Rolando Arellano C.

No es fácil combinar los intereses con la política. Sin embargo, en el 2023 podemos empezar a hacerlo, si invertimos más en . Veamos.

¿Qué ganamos en provincias? Por el lado económico puro, aprovechamos mercados con capacidad adquisitiva creciente y donde la oferta no llega al mismo ritmo. Si hace poco Lima tenía más de la mitad del PBI peruano, las provincias ya la superaron, y hoy casi dos tercios del gasto del presupuesto nacional se hace fuera de la capital.

Además, por el lado social, al invertir en provincias se estimula un desarrollo más uniforme en todo el Perú, disminuyendo la brecha de bienestar con la capital, que sin duda influye en las tendencias electorales y los reclamos de muchos lugares del interior.

¿Cómo conseguirlo? Primero, dejando de lado los prejuicios que dicen que las oportunidades en provincias son básicas y poco rentables, cuando en realidad hay mucha más modernidad que la que muchos empresarios suponen. De hecho, igual ocurría hace 20 años, cuando queríamos movilizarlos desde el centro hacia los “conos” de Lima y tratábamos de romper la idea de que si nadie lo había hecho antes no había demanda, para que no pierdan la ventaja de ser los primeros.

Segundo, tratando de dar a las provincias las mismas oportunidades que le dan a Lima, pero adaptándose a sus características específicas.

En ese aspecto quizás los más avanzados, aunque les falte atraer más negocios locales, son los centros comerciales que, al llevar productos, evitan que la población gaste en viajar para comprar, crean trabajo y generan orgullo ciudadano.

Otros que dan el ejemplo y deberían profundizarlo son esas mineras que entendieron la importancia de surtirse al máximo con productores de la zona, desde papas hasta tortas de cumpleaños, pasando por rejas y uniformes. Sin duda puede haber problemas iniciales de calidad, pero con el aprendizaje se consiguen grandes mejoras.

Por su lado, debería imitarse a las pocas manufactureras que fabrican en provincias. Hacerlo era caro, pero un nuevo análisis de costo-beneficio podría mostrar que las condiciones cambiaron. De hecho, algunos costos bajan (por ejemplo, hoy con trabajo virtual se puede contratar personal calificado de provincias), y además debe considerarse el inmenso valor de la estabilidad generada por un mejor entendimiento entre sociedad y trabajo.

Llevando servicios, comprando y fabricando en provincias, los empresarios de todo tamaño cumplen con su tarea productiva y también como ciudadanos que influyen en la gran política. Esa que busca una sociedad más próspera, más justa y con menos conflictos. Este 2023 empecemos a atender, más, a las provincias.

Rolando Arellano C. es CEO Arellano Consultoría para Crecer