El camino de la confrontación entre el presidente Martín Vizcarra y la ex candidata presidencial y líder de Fuerza Popular, Keiko Fujimori. (Video: El Comercio)
El camino de la confrontación entre el presidente Martín Vizcarra y la ex candidata presidencial y líder de Fuerza Popular, Keiko Fujimori. (Video: El Comercio)
Pedro Tenorio

Algo tiene que estar funcionando mal en el entorno de y en la propia lideresa naranja para que, seis meses después de la caída de Pedro Pablo Kuczynski, le vaya políticamente peor que cuando PPK ocupaba Palacio de Gobierno. Tendría que ser al revés, desde que Kuczynski se viera forzado a renunciar, tiempo que ella debió aprovechar para posicionarse como un apoyo fundamental en aras de la estabilidad del nuevo Ejecutivo –¡y del país!– hasta el 2021, cuando vuelva a ser candidata. Así, de forma pública y transparente, manteniendo sus distancias y sin asomo de cogobierno en las sombras, como muchos temían, a la lideresa de (FP) le tocaba asumir aquel riesgo a fin de no ser identificada como el principal factor de inestabilidad del régimen.

Sin embargo, Keiko y sus voceros prefirieron el camino del enfrentamiento como parte de un mecanismo de defensa mal dirigido ante la aparición de nuevas acusaciones y sospechas de haber participado en varios ilícitos. Como si hubiese sido el gran articulador de estas imputaciones, FP se mantuvo a la cabeza de la oposición cuando el presidente requería respaldo para impulsar cambios (las reformas principalmente judicial y también política), generando con ello un multitudinario rechazo ciudadano. Encuestas hay de sobra para ilustrar este punto.

Así las cosas, lo visto hasta hoy lleva a preguntarnos cuál es el propósito de FP a estas alturas del período 2016-2021, ¿apuntalar la gobernabilidad o boicotear a Vizcarra? La sensación mayoritaria se inclina por lo segundo. Además, Keiko Fujimori habló tarde y habló mal: tarde porque debió expresar apoyo (con ánimo crítico y de enmienda, pero apoyo al fin) a las iniciativas lanzadas por el mandatario en su mensaje de 28 de julio, y no como recién lo ha dicho el último domingo en entrevista con este Diario (“estamos trabajando para que sea un referéndum bien hecho”, aseguró). Y habló mal –¡pésimo!– cuando expresó días atrás, defendiendo al fiscal de la Nación, Pedro Chávarry, que “las mentiras hay que entenderlas en su propio contexto”, una desafortunada frase que la acompañará en adelante y de la que sus adversarios, huelga explicarlo, sacarán el máximo provecho. ¿Acaso hay mejor prueba de que las cosas en FP caminan mal?

Lamentablemente, siempre se puede estar peor y lo que prepara el Gobierno con la entusiasta adhesión de los colegios profesionales que saldrán a recoger firmas para forzar un referéndum –tal como anunció Vizcarra– solo anticipa más confrontaciones. Es necesario que el keikismo recapacite y evite una escalada del conflicto con el Ejecutivo, que optará por aferrarse al apoyo popular como sea. Ambos saldrán perdiendo, pero resulta evidente quién será el Goliat en esta historia.