“Si desde el primer momento el Gobierno reaccionó ofreciendo ayuda, la población no se limitó a esperar que esto ocurra. Por sentido de urgencia o por desconfianza [...], ese movimiento de respuesta empezó desde el primer día”. (Foto: Jesús Saucedo/@photo.gec).
“Si desde el primer momento el Gobierno reaccionó ofreciendo ayuda, la población no se limitó a esperar que esto ocurra. Por sentido de urgencia o por desconfianza [...], ese movimiento de respuesta empezó desde el primer día”. (Foto: Jesús Saucedo/@photo.gec).
Rolando Arellano C.

En esta crisis sanitaria, los peruanos han vuelto a mostrar su capacidad para enfrentar la adversidad con características que son ya casi un sello de su espíritu de recuperación. Pero junto con ellas surge una amenaza que no debiéramos desestimar. Veamos.

1. Los peruanos no esperan para reaccionar. Si desde el primer momento el Gobierno reaccionó ofreciendo ayuda, la población no se limitó a esperar que esto ocurra. Por sentido de urgencia o por desconfianza en la capacidad de las autoridades, ese movimiento de respuesta empezó desde el primer día.

2. Responden con gran creatividad. Hubo gran diversidad de iniciativas, siempre tomando en cuenta los recursos. Los conciertos ambulantes de bandas de música, las señoras de movilidad escolar haciendo ‘delivery’, los comerciantes ofreciendo sus productos en mercados sobre ruedas, y los jóvenes ‘agentes de compra’ para los mayores que debían cuidarse más, son ejemplos de una creatividad casi infinita.

3. Tienen gran capacidad de cambio. Inicialmente fue la confección y venta de mascarillas; después, la venta de buzos y ropa abrigada para el invierno; y hoy no hay familia en Lima que no haya recibido alguna oferta de turrones caseros de Doña Pepa. Para cada momento, una respuesta conveniente.

4. Se adaptan a la tecnología disponible. Siendo lo nuevo en esta crisis la presencia de Internet, la respuesta fue similar: usar la tecnología disponible. Con Internet, aparecieron grupos de zumba a distancia, consultas médicas desde casas y consultorios, guías de turismo virtual y cuidadores virtuales para niños que se quedaban solos en casa.

5. No se asustan por “el qué dirán”. A diferencia del sentimiento “pacato” de antes y de casos muy especiales, como algunos “formalistas” –hombres con mucho interés en su imagen–, todos aceptan como natural defenderse con lo que disponen. Si en los grupos más pobres se activaron casi naturalmente las “actividades”, antes llamadas polladas, también en los grupos medios y altos se activaron respuestas, como la venta de todo tipo de productos, en especial de postres y de artículos para pasar la crisis.

6. Pueden caer en la informalidad. Pero así como esta crisis reafirma el gran espíritu de recuperación de los peruanos, de ella saldrán miles de nuevos negocios que querrán luego crecer y progresar, pero que, al haber surgido sin ningún control y permiso, podrían continuar la senda informal de sus millones de predecesores. A menos que el Gobierno aproveche esta tremenda ola de creatividad y emprendimiento para darle los beneficios y facilidades para crecer ordenadamente dentro del sistema. Tremendo desafío.

Que tengan una gran semana.