"La huelga que sufre el país debe impulsarnos a ver oportunidades empresariales y gubernamentales en descentralizarnos, en construir mejores carreteras, en desarrollar vías ferroviarias y sistemas de cabotaje entre nuestros puertos". (Foto: Junior Meza)
"La huelga que sufre el país debe impulsarnos a ver oportunidades empresariales y gubernamentales en descentralizarnos, en construir mejores carreteras, en desarrollar vías ferroviarias y sistemas de cabotaje entre nuestros puertos". (Foto: Junior Meza)
Rolando Arellano C.

¿Por qué tiene tanta repercusión un de en el Perú? Por diversas razones que responden a características específicas de nuestro sistema de transporte. Veamos.

La importancia fundamental del transporte en cualquier economía radica en que los productos solo tienen valor si están en el lugar donde alguien quiere consumirlos. Si un plátano vale cero en Tingo María, donde sobran los plátanos, y se vende a un sol en Lima, en donde hay gente dispuesta a comprarlos, el traslado le añade un valor exponencial infinito a esas frutas. Por ello, si el transporte se detiene se afecta a empresas y compradores, al tingalés que produce y al limeño que consume.

Este aporte, válido en todo el mundo y para todo tipo de transporte, se vuelve crítico en nuestros camiones, al ser prácticamente el único medio de traslado de mercancías del país. Al no existir transporte ferroviario, infraestructura aérea adecuada, cabotaje marítimo en la costa, ni otro tipo de transporte alternativo, cuando paran los camiones, para el país.

Peor aún, a pesar de nuestra gran dependencia, la infraestructura vial es mínima, al punto que un inmenso porcentaje de las mercaderías nacionales pasa por la carretera Panamericana (igual que en Chile, pero allí, debido a su especial geografía) y por la pequeña y sobresaturada Carretera Central. Quien cierre esas dos rutas en algún punto puede casi detener a la economía peruana, exportaciones incluidas.

Un tercer factor de la fuerza de los camiones es el centralismo, que hace que casi ninguna ciudad pueda autoabastecerse integralmente. Así, quien controle en Lima la entrada o salida de algún producto esencial, el pollo o los fideos, controla el Perú, situación muy distinta a la de Colombia, en donde Bogotá, Medellín o Cali son más autosuficientes y menos vulnerables a fallas del transporte.

Finalmente, complica las cosas la mayoritaria estructura de propiedad del sistema de transporte terrestre, donde miles de pequeños empresarios, en su mayoría informales, son dueños y choferes de sus camiones. Ello hace difícil tener economías de escala en el sector y, sobre todo, coordinar desde el , cualquier Gobierno, mejoras accesibles y justas para todos.

En resumen, la huelga que sufre el país debe impulsarnos a ver oportunidades empresariales y gubernamentales en descentralizarnos, en construir mejores carreteras, en desarrollar vías ferroviarias y sistemas de cabotaje entre nuestros puertos, y en formalizar y mejorar las condiciones de los esforzados camioneros. En fin, ver a la huelga no solo como un problema que requiere soluciones políticas, sino una visión estratégica integral de largo plazo. Que tengan una gran semana.