Las lecciones de Guzmán, por Patricia del Río
Las lecciones de Guzmán, por Patricia del Río
Patricia del Río

Terminamos la semana con incertidumbre: ¿logrará Julio Guzmán inscribir su candidatura para postular a la presidencia? ¿Conseguirá el autodenominado ‘outsider’ seguir en carrera? Todo queda en manos de los organismos competentes. A los ciudadanos no nos queda más que esperar, pero podemos aprovechar el suspenso para analizar las lecciones que, independientemente del resultado, nos deja esta ola Guzmán que estuvo a punto de convertirse en tsunami.

1. Cierto electorado está buscando rostros nuevos y con discursos serios. 

No hay espacio para propuestas efectistas ni fuegos artificiales. Los gritones y pechadores como Daniel Urresti, Nano Guerra García o Fernando Olivera no prenden. La gente parece estar harta de la confrontación y por eso candidaturas como las de Julio Guzmán o Alfredo Barnechea despiertan entusiasmo. 

Este gusto por la novedad también explicaría por qué la recontraexperiencia en manos de los recontraconocidos Alan García y Lourdes Flores no logra seducir a los jóvenes. 

2. Las redes sociales importan y algunos candidatos lo descubrieron demasiado tarde. 

La candidatura de Guzmán puede haber pecado de improvisada en el aspecto formal de su inscripción, pero la construcción de su campaña en Twitter y Facebook ha sido impecable. Mensajes claros, una gráfica atractiva y comunicación directa han sido algunos de los elementos que, copiados o no de la campaña de Podemos, España, han dado los resultados esperados. 

La política cambió, y Guzmán demostró que las redes sociales pueden ser el espacio para venderte como novedad, hacerte visible, y luego saltar a las encuestas con sonrisa de ganador. Curioso que PPK se haya dejado arrebatar ese terreno que, con menos fuerza, aprovechó él en la campaña del 2011. Sorprende también que Urresti no le haya sacado el jugo a los tuits que lo hicieron tan famoso cuando fue ministro. 

3. Parece que los ‘outsiders’ dejaron de ser un fenómeno espontáneo y hoy se pueden diseñar en un laboratorio. 

Para incredulidad de muchos entre los que me incluyo, Guzmán se autodenominó hace unos meses el ‘outsider’ que el peruano estaba buscando para estas elecciones. Lanzó su candidatura desde los programas políticos con más audiencia del país, llegó con un discurso estructuradísimo y con una sonrisa perfecta de media training. 

No lo hizo todo bien, hasta ahora suenan como eco sus contradicciones, pero hay que reconocerle que tenía una meta precisa y que para alcanzarla no dejó que se le escapara un solo detalle (bueno, salvo su inscripción). Guzmán ha sido la candidatura menos improvisada y natural que he visto en muchos años y, lejos de que eso haya sido percibido como un montaje o una puesta en escena, ha conectado con el electorado joven. Con ese público que cada vez que entra a Internet, usa Facebook, se afilia a Tinder o compra en Amazon deja huella de sus gustos, sus preferencias, sus odios y sus fobias. Ese público que no esconde secretos, que no distingue entre lo público y lo privado, que es bastante transparente y fácil de leer para quien esté interesado en captarlo.