Mucha mierda, por Patricia del Río
Mucha mierda, por Patricia del Río
Patricia del Río

Sí, ya sé, suena horrible parece una grosería pero no lo es. Para cualquiera que se haya parado alguna vez en un escenario, la frase ¡Mucha mierda! le trae buenos recuerdos. Es el grito de guerra de los actores, bailarines, comediantes antes de salir a escena. Es el deseo de todos por que la función salga impecable. Es una descarga de energía que ayuda a eliminar muñecos y tensiones. ¿No me creen? Paren la oreja la próxima vez que vayan al teatro: entre el tercer timbre y el levantamiento del telón escucharán este grito lejano, casi imperceptible y sabrán que los artistas están listos para enfrentar a su público. ¿De dónde viene la costumbre? Hay varias teorías, pero se supone que en la antigüedad, cuando el público llegaba al teatro en caballo y se acumulaba la mierda en la puerta, entonces esa era una señal de éxito asegurado. 

Anécdotas aparte, debo confesar que cuando nombraron al actor Salvador del Solar como ministro de Cultura, muchos que lo conocemos y sabemos de su profesionalismo y de su amor por el Perú nos emocionamos y pensamos ¡Mucha mierda!, Salvador. Suerte en esta empresa en la que te embarcas para la que necesitarás de todas tus habilidades y de todo tu don de gentes. Paciencia y buen humor para manejar el sector cultura en un país donde cada día nos comportamos de manera más salvaje. Mucha energía porque enfrentas una sociedad donde pareciera que hemos perdido las ganas elementales de que nos vaya bien.

Y es que últimamente, no sé si es la crispación política o el calor, o los resentimientos que no pasan, pero resulta que si el presidente va a CADE lo tildan de ocioso, si el primer ministro nombra a un actor en la cartera de Cultura parece frívolo, si los alumnos mejoran en las pruebas PISA escuchamos a congresistas furiosos señalando que dicha mejora no vale nada. Nadie ha dicho que vivamos en el país de las maravillas y hay problemas gravísimos por resolver, pero mientras nos inventamos crisis económicas que no son tales e interpelamos a ministros que básicamente han hecho un buen trabajo, nos empeñamos en dibujar un escenario de crisis donde los ciudadanos empiezan a perder la esperanza y la fe en el futuro. 

Me decía el ministro de Cultura, Salvador del Solar, en una primera entrevista recién asumido el cargo, que se iba a esmerar por transformar la manera en que nos tratamos los peruanos, que uno de sus objetivos de cara al bicentenario era mejorar la relación entre los ciudadanos y las autoridades, que confiaba en que ese aspecto básico de la cultura humana, las buenas formas y la convivencia amable, serían un objetivo de su gestión. Me disculparán el groupismo, pero no puedo más que pensar que nuestra cultura está en buenas manos, así que no me queda más que desearle al ministro del Solar que la mierda, esa del teatro, lo acompañe.