¿Mujeres al borde de la izquierda?, por Carlos Meléndez
¿Mujeres al borde de la izquierda?, por Carlos Meléndez
Carlos Meléndez

Hoy acaecerá una de las movilizaciones más importantes para la reivindicación de los derechos de las mujeres. #NiUnaMenos es un pico en la indignación ciudadana por la violencia estructural contra el género femenino. Como tal, aspira a una convocatoria amplia y plural en aras de políticas que alteren valores anquilosados en nuestra sociedad, perjudiciales para la mujer. Aprovechando la “ola” proderechos sociales, grupos de izquierda han abanderado este humor colectivo, lo que amerita reflexionar sobre el debate político de estos temas más allá de la marcha. ¿Es la agenda de género propiedad de la izquierda?

Es una vieja pregunta que asocia al socialismo a las luchas contra todo tipo de desigualdad (incluida la de género). Sin embargo, la izquierda en el poder –al menos en Latinoamérica– ha fallado en promover dicha equidad. Textos clásicos como el de Maxine Molyneux (“¿Movilización sin emancipación?”, 1985) hasta investigaciones más recientes como la de Gisela Zaremberg (“¿Género versus pueblo?”, 2016) han expuesto la incapacidad del socialismo para “nivelar la cancha”. Este último estudio muestra la ineptitud de gobiernos de izquierda para promover los intereses “estratégicos” de las mujeres.

El chavismo ha generado movilización extensiva de venezolanas a nivel de base, pero no una agenda de género específicamente. El sandinismo ha seguido una estrategia de cooptación que ha implicado un retroceso en la emancipación de las nicaragüenses. En Brasil, aunque algunas alcaldías del PT favorecieron indudablemente contenidos estratégicos promujeres, tuvieron una masificación pobre. 

El balance es tan decepcionante que interpela la capacidad de cumplir la promesa que juran sus homólogas peruanas, encabezada por la triada sub 40 Mendoza-Glave-Huilca. Obviamente, estos antecedentes no condenan al fracaso las intenciones del Frente Amplio (FA). Particularmente si sus predicamentos en la materia ponen más énfasis en los derechos antes que en la ideología.

El FA se ha posicionado a favor de las principales reivindicaciones “estratégicas” de género, aunque ha sido incapaz de conquistar masivamente al electorado popular femenino, núcleo duro del fujimorismo. En su disputa por este segmento busca estigmatizar a su antagonista como responsable de violaciones sistemáticas de los derechos de mujeres (esterilizaciones forzadas), al punto de inhibirlos –a élites y bases– de compartir el activismo solidario de género al que convocan las movilizaciones. Sin embargo, el fujimorismo aún capitaliza el empoderamiento “pragmático” de las mujeres legado de los noventa –en roles tradicionales en la lucha contra la pobreza–, pese a su mínimo impacto a nivel “estratégico” (en ese sentido es un modelo movilizador como el chavista).

En el Perú, la agenda de género tiende a supeditarse a los intereses ideológicos de sus principales voceros. El enfrentamiento entre izquierdistas y fujimoristas en la materia ahonda la dicotomía “género versus pueblo” en la reproducción de sus visiones del rol de la mujer. Si se continúa subordinando la lucha por derechos a cualquier pugna ideológica (socialistas versus populistas), toda marcha será oportunidad perdida para producir los consensos necesarios para un cambio estructural.