Salario mínimo, sueldo máximo, por Fritz Du Bois
Salario mínimo, sueldo máximo, por Fritz Du Bois
Redacción EC

FRITZ DU BOIS F.

Director periodístico

Últimamente el país se ha movido al ritmo de los eventuales ingresos tanto de trabajadores como de funcionarios. En primer lugar tuvimos el caso de los ministros de Estado, quienes, aprovechando la euforia luego del ‘fallo’, eliminaron el tope impuesto por Alan García durante su mandato y se doblaron el sueldo en un solo acto.

Luego hemos tenido la controversia sobre si el aumento del salario mínimo estaba o no agendado, interrogante muy puntual que hubiéramos asumido y que habría sido posible responderla muy rápido, pero que para darle respuesta fue necesario que todo el Gabinete haya renunciado.

Al final de un par de semanas de gran volatilidad en el camino ha quedado desperdigado todo el salto en popularidad que Humala, gracias a La Haya, había logrado. Mientras que el primer ministro que se trajo de San Martín para intentar darle un nuevo impulso a un Gabinete que requería a gritos ser renovado se fue de regreso innecesariamente maltratado. Sin duda el precio que está pagando el mandatario por estar discutiendo sobre sueldos y salarios es bien alto.

Así tenemos que el potencial beneficio que se pudo lograr con el incremento en los sueldos de altos funcionarios para avanzar en la reforma del Estado fue totalmente desperdiciado. Debieron condicionarlo a resultados para liderar desde arriba con el ejemplo y llevar el aparato estatal a aceptar vincular ingresos con productividad, principio básico que rige en cualquier actividad privada, pero que para la burocracia sería realmente revolucionario.

Sin embargo, parece que los ministros estaban desesperados por el aumento y lo cogieron de inmediato sin establecer gradualidad o condicionalidad. Más aun, a ninguno de ellos se le ocurrió que tenían que explicarlo y justificarlo. De esa manera han vuelto a poner el tema sobre la mesa y, con un 84% de rechazo en la población, sin duda habrá más de uno que exigirá el derogarlo. Con lo cual no sería extraño que el próximo gobierno vuelva al punto de partida y decida nuevamente recortarlo.

En todo caso, al menos en el corto plazo, el aumento ha posibilitado atraer nuevo talento al último Gabinete que ha jurado, el cual es posiblemente uno de los que cuenta con el mayor número de ministros académicamente bien preparados. Tenemos siete economistas –tres de ellos con doctorado– dos ingenieros y cinco abogados. Veremos si todos esos pergaminos se trasladan al terreno en la práctica y logran avanzar en las diversas reformas que llevan años esperando.  

Por otro lado, el tema del salario mínimo también es caldo de cultivo para los demagogos, ya que es tan sencillo aumentarlo –solo basta redactar un decreto y publicarlo–, aunque es enorme el daño que estarían causando. 

En realidad, de subirlo, serían relativamente pocos los beneficiados ya que la mayor parte de trabajadores formales tiene ingresos superiores al piso legal. El cual más bien fija el límite real con la informalidad donde la mayoría de trabajadores están precariamente laborando. Si se sube el salario mínimo, el principal impacto es el dificultar aun más la formalización laboral para millones de peruanos. Felizmente, el gobierno ha optado por el camino adecuado. Incluso, por primera vez, hemos escuchado al mandatario argumentando con una lógica muy sólida en contra de aumentarlo. ¿Será que Humala finalmente ha dejado de ser un pasajero y se ha convertido a las políticas de mercado?