Fernando Vivas

Los comentaristas deportivos han creado un argumento retórico, piadoso y risible cuando les preguntan por el chance de la selección nacional en las Eliminatorias: es matemáticamente posible. Bueno, pues, a propósito de los pronósticos de la , se los diré de esta forma: matemáticamente está fregado, pero políticamente es posible.

Claro que es posible que las bancadas aliadas de , aquellas que lo hacen básicamente por cuota (Perú Libre y Perú Democrático), por cuota además de fraternidad gremial (Bloque Magisterial), o por ideología y algo de cuota (Perú Bicentenario y Cambio Democrático, ex JPP), muden hacia la alternativa que encarna Dina Boluarte. Ante la inestabilidad y desmadre –para no hablar de las amenazas de disolver el Congreso– que les ofrece Pedro, pueden ilusionarse con un castillismo sin Castillo al mando de Dina. ¿Pero puede Dina implementar algo así? La respuesta, por pasos.

En primer lugar, la derecha detesta a Dina y, por eso, quisieron inhabilitarla antes que vacar a Castillo, de modo que así tendrían una transición neta hacia José Williams (o el que lo sucediera, pues no se descarta que la Mesa Directiva caiga junto con el vacado). Sin embargo, vieron que bancadas de centro e izquierda eran reacias a darles directamente la posta, y se resignaron a verla salvarse en la Subcomisión de Acusaciones Constitucionales (SAC). Su resignación ha sido un paso crucial en aras del consenso que requiere la vacancia.

Frente a eso, está un Gobierno que propone el oro y el moro, ampliando cuotas de una forma que no necesariamente estén ya asignadas sino después del voto salvador. ¿Pero puede confiar el aliado en la estabilidad de Castillo tras tanto susto? Las declaraciones del exjefe de la DINI, José Fernández Latorre, ¿pueden convencerlos de que su apuesta por Castillo sería insostenible en poco tiempo? Es muy difícil ponerse en el pellejo de congresistas con limitada capacidad para proyectar escenarios y contrastarlos con sus legítimas ganas de mantener sus curules. La real política del hecho consumado, la revelación devastadora y la promesa insostenible determinan la matemática. La replantean a cada momento. No es al revés.

Dina Boluarte tendría que proyectar hacia el 30% que aprueba al presidente que es posible un castillismo sin Castillo; es decir, una promesa de representación que no esté enfangada en la corrupción y la ineficiencia. Y a la oposición y al país harto de Castillo tendrá que asegurarles que se cancelaron todas las cuotas y ahora se gobierna por mérito técnico y solvencia política. Con un premier de centro podría casi convencernos. Y, de paso, prometer que no pasaremos de Chota a Aymaraes (su provincia natal apurimeña). Pero eso es hacer futurismo. Lo esencial se decide hoy y la vacancia es políticamente posible.

Fernando Vivas es columnista, cronista y redactor