La Resolución Suprema N° 185-2017-RE formaliza el nombramiento de Susana de la Puente. (Foto: El Comercio)
La Resolución Suprema N° 185-2017-RE formaliza el nombramiento de Susana de la Puente. (Foto: El Comercio)
Fernando Vivas

Este es un ejercicio de interpelación a mis prejuicios y a mi capacidad de indignación frente a asuntos de clase y de frivolidad. ¿Merecía Susana de la Puente la embajada de Londres? En términos estrictamente técnicos, sí. No es una falta que PPK use la cuota de embajadores políticos (o sea, puestos a dedo) que la ley y la tradición le facultan. En otros países, como Estados Unidos, la cuota de embajadas políticas es mayor y los presidentes la usan para colocar a partidarios y amigos.

Las fuentes que me habían contado, meses atrás, que De la Puente pretendía Londres, me contaron que primero pretendió la ONU en Nueva York. Presumo que PPK no le concedió esa gracia porque a la opinión pública le hubiera sorprendido más que un cargo ante la ONU no recayera en un diplomático. Y luego, cuando ya estaba lista para Londres, la designación de Maki Miró Quesada a Buenos Aires la frustró. Ante los primeros cuestionamientos, Miró Quesada rechazó el nombramiento, postergando así el sueño de Susana.

Finalmente, en el relajo del feriado largo –o sea, con miedo– vimos la resolución en “El Peruano” que la envía a Londres. Por cierto, los nombramientos políticos caen mal en Torre Tagle, y las fichas que se mueven exigen buen trato. Claudio de la Puente (sin parentesco con Susana) ha pasado de Londres a Ginebra, sede de importantes organismos; y quien estaba allí, Luis Chávez Basagoitia, pasó cerquita nomás para que no se altere, a la embajada en Suiza, con sede en Berna. Berna sí estaba libre, pues poco antes se movió al embajador Thierry Roca Rey a Finlandia.

Ahora, la pregunta crucial. Si bien era una decisión legal, ¿el presidente debió darle la embajada? Mi respuesta es no, a pesar de que De la Puente fue un motor crucial de la campaña ppkausa en el 2011 y el 2016; con una eficiencia que me la han descrito varios ppkausas y que constaté con ocasión de un reportaje. Esa vez sostuve con ella una charla ‘off the record’ que me dio una buena impresión sobre su olfato y tino políticos.

Sin embargo, su calidad personal no ha pasado por el test de transparencia pública que se exige a las personas que pretenden tener un peso importante en la política. El suyo es el país tras bambalinas, donde pululan el lobby sin registro y los contactos selectivos en los que la variable de clase tiene un peso que complota contra la democratización del poder que el Perú vive en los últimos años.

Personajes valiosos para la política como Susana de la Puente tienen que legitimarse en la luz pública; no en la sombra en la que se suele hacer gestión de intereses propios y ajenos en el Perú. Hubiera visto con mejores ojos que, en lugar de colocarse en la pompa lejana, asumiera aquí un cargo a la vista de todos. De pronto, nos sorprendía gratamente.