Te toca, Barnechea, por Marco Sifuentes
Te toca, Barnechea, por Marco Sifuentes
Marco Sifuentes

A veces el Perú no es tan difícil de entender. Lo que está pasando actualmente, por ejemplo, lo puede explicar cualquier niño. Inténtenlo. Pregúntenles. Cuando las reglas se aplican en unos casos y se ignoran en otros, se llama trampa, trafa, árbitro vendido, pito regalado.

Investigaciones independientes de Utero.pe, la revista “Poder”, el diario “La República” y el portal IDL-Reporteros han demostrado una verdad incómoda. Las mismas razones esgrimidas por el Jurado Nacional de Elecciones (JNE) para sacar de carrera a Acuña y Guzmán son aplicables para las candidaturas de Fujimori, por un lado, y para las de García y Kuczynski, por otro. Situaciones casi idénticas. Prácticamente plagiadas entre sí.

De esta forma, el JNE ha colocado a la actual campaña electoral en una situación insólita. Ya no puede retirar más candidatos punteros sin que todo el proceso se deslegitime por completo. Pero el JNE tampoco puede justificar su vista gorda respecto de unos candidatos infractores sin que la institución termine de desprestigiarse absolutamente.

Nunca, desde el fraude del 2000, habíamos tenido elecciones cuestionadas. Agrias, duras, desgastantes, sí, pero jamás el proceso en sí se había visto manchado. Hasta hoy.

¿Quién sería capaz de llegar a tanto? ¿De poner en peligro las mismas elecciones? ¿De tener un ego tan herido que prefiera que se derrumbe todo antes que perder en buena lid? Todos los caminos nos llevan a la Casa del Pueblo. Consideremos a algunos autores de las tachas: el ex ministro de Alan García Ántero Flores-Aráoz y el conocido ‘troll’ pepecista Walter Villegas. Consideremos a uno de los magistrados del JNE funcionales a todo el descalabro: Jorge Rodríguez Vélez, que fue socio de Humberto Abanto (ex abogado de los Wolfenson, ex asesor de Luis Alva Castro, ex abogado y gerente de empresas de los Sánchez Paredes, que lo usaron para aportar cinco mil dólares a la campaña de Alan García en el 2006). En esa misma época, el magistrado del JNE era su socio en un estudio de abogados.

Con PPK de caída y Barnechea al alza (ya estaba tercero en Lima en una encuesta que aún consideraba a Guzmán), no es difícil prever quién será la próxima víctima. De hecho, el publicista Hugo Otero –a quien, para las nuevas generaciones, podríamos describir como el sempiterno Favre del aprismo– ya ha mostrado sus cartas. En su cuenta de Twitter ha acusado en repetidas oportunidades a Barnechea de... ¡¡¡aprista!!!

Si Otero llama públicamente aprista a alguien para desprestigiarlo es que hemos llegado al punto de no retorno. Es como si ya no les interesara ganar, sino que todos (o casi todos) los demás pierdan. Una fiera herida de muerte es más peligrosa. Por tanto, lo que se le viene a Barnechea será una avalancha de proporciones insólitas. 

El brazo legal que hemos visto en estos días ha resultado muy efectivo pero también ha terminado muy desgastado. En cambio, solo hemos empezado a ver el alcance del brazo mediático. En las próximas cuatro semanas veremos si Barnechea, y nuestra democracia, están a la altura del reto.