Keiko Fujimori, lideresa de Fuerza Popular, ha negado haber recibido aportes de Odebrecht. (Video: Canal N / Foto: Archivo El Comercio)
Keiko Fujimori, lideresa de Fuerza Popular, ha negado haber recibido aportes de Odebrecht. (Video: Canal N / Foto: Archivo El Comercio)
Pedro Tenorio

Si el Gobierno carece de ideas para salir de la crisis política que hoy lo aqueja no es menos cierto que en el fujimorismo –pese a su innegable hegemonía parlamentaria– la situación dista mucho de ser óptima. No lo digo solo por la actitud díscola de , sino por la precariedad de reflejos que veo en su hermana en su objetivo de consolidarse como una alternativa ganadora de aquí al 2021.

Por eso pienso que ella bien podría afrontar tres retos que le permitan demostrar ante el país que tiene la capacidad de liderar la complicada nave del Estado. Así, en el corto plazo debería ir más allá de su actual estrategia de voceros mediáticos (que disparan caóticamente sobre cualquier tema mañana, tarde y noche) y reemplazarla por un “gabinete en la sombra” que fiscalice y proponga alternativas en cada sector del Ejecutivo, y subrayando qué habría hecho distinto Fuerza Popular (FP) si hubiera ganado las elecciones. No basta con tener a Héctor Becerril, Daniel Salaverry o Úrsula Letona como francotiradores, sino presentar una plataforma de expertos (que pueden ser congresistas o no, o mejor aun especialistas de su plan de gobierno) con propuestas concretas. ¿Difícil? Debe ser, porque en otros gobiernos la oposición no se organizó de esta manera, pero 71 parlamentarios le dan esa responsabilidad al fujimorismo.

Otro reto importante a mediano plazo consistiría en presentar un candidato de fuste para disputar la plaza política más importante del país: Lima. En la última elección municipal (2014) su candidato solo obtuvo ¡2,66%! Pasó casi desapercibido y se notó un desinterés naranja que favoreció a Luis Castañeda. Ahora, al no haber reelección, se abren posibilidades y es ahí donde deberíamos ver al fujimorismo apostando fuerte por gestionar la urbe más grande –y crítica– del país. ¿Se atreverá a competir en serio? Debería hacerlo. ¿O es que en FP todo lo importante gira únicamente alrededor del apellido Fujimori?

Un tercer reto apunta a una necesidad surgida en los últimos meses: encauzar el avance de su hermano Kenji para que sea funcional a su candidatura y no a quienes pretenden desgastarla. No será fácil porque a través de Kenji habla Alberto, el padre. Pero si no alcanza paz y cohesión internas, será lógico preguntarse cómo aspira a gobernar un país quien no puede liderar su propio partido.
Hasta aquí no es poca cosa y debería ocupar buena parte del tiempo y afanes de Keiko. El camino de la política menuda, de ir mirando dónde mete la pata PPK para alzar la voz, no es la mejor vía para llegar a Palacio. Sucedió entre el 2011 y 2016, ¿por qué tendría que ser distinto ahora? A ver qué deciden Keiko y compañía.