"Si en vez de fotos miramos la pobreza con una cámara de video, nos sorprenderá un mundo diferente al que imaginamos". (ilustración: Giovanni Tazza)
"Si en vez de fotos miramos la pobreza con una cámara de video, nos sorprenderá un mundo diferente al que imaginamos". (ilustración: Giovanni Tazza)
Richard Webb

La foto de la pobreza en el 2016 nos dice que esa condición sigue azotando a uno de cinco hogares peruanos y que la proporción se redujo en apenas 1,1 puntos porcentuales desde el 2015. Ante la perspectiva de una economía menos dinámica, la eliminación de la pobreza parecería ser todavía una meta de largo plazo. ¿Cómo acelerar esa eliminación?

Un primer paso sería cambiar el lente. Si en vez de fotos miramos la pobreza con una cámara de video, nos sorprenderá un mundo diferente al que imaginamos. En vez de una población estancada, inmóvil, en hogares y lugares condenados a la pobreza por características difíciles de cambiar, lo que vemos es un mundo altamente dinámico, no tan diferente al mundo no pobre de lo que imaginábamos.

Para empezar, un video de los pobres durante el 2014 más parece mostrar un hotel que una cárcel. Lo que revela el video es una alta rotación de hogares, muchos recién llegados, y otros cuya estadía no dura más de uno o dos años. Si estudiamos el movimiento durante el 2014, por ejemplo, descubrimos que, para el 40% de hogares registrados como pobres ese año, la estadía no pasó de un año. Pero al mismo tiempo, un número similar de hogares que no eran pobres en el año anterior cayeron en esa condición durante el 2014. Felizmente hubo una pequeña diferencia favorable entre los que entraban y los que salían, y a fin de año el gobierno pudo reportar una reducción en la pobreza. Faltaría conocer mejor las causas de la vulnerabilidad que hace que cada año nuevas familias caigan en pobreza, y también los factores que permiten que un alto número de pobres salgan de esa condición.

El perfil de los pobres da algunas pistas. En varios aspectos claves, por ejemplo, los pobres tienen un alto parecido a los no pobres. De cada dos pobres, uno ha completado la escuela secundaria y algunos incluso han cursado estudios superiores. La lengua materna casi no afecta la probabilidad de ser pobre. La etnia sí afecta pero curiosamente la pobreza es mayor entre blancos que entre mestizos. También sorprenderá a muchos descubrir que hay menos pobreza entre los hogares dirigidos por una mujer de jefe de hogar que cuando es hombre. Tener a un anciano o discapacitado en el hogar no aumenta la probabilidad de ser pobre. Casi todos los hogares pobres –84%– tienen electricidad en sus casas y casi todos –79%– tienen celular. Podría decirse que los pobres se han puesto las pilas.

Para el pobre, lo fundamental no es la foto sino la película. La estadística actual se basa en el gasto de consumo del hogar en un momento dado, pero ningún hogar se planifica solo para un momento. El horizonte del hogar es una vida, y hasta más porque los padres valorizan las vidas que llevarán sus hijos más adelante. El ahorro y la inversión son entonces parte inherente de su bienestar, y deben ser incluidos cuando se mide la pobreza, no solo el consumo inmediato. En el 2016, por ejemplo, los hogares rurales de la sierra ahorraron 10% de sus ingresos, sin duda para invertir mayormente en sus propios negocios, además del gasto en la educación de sus hijos, objetivos centrales en sus vidas pero ignorados por la estadística. Si queremos ayudarlos, empecemos por mirarlos como ellos se miran a sí mismos.