El presidente Martín Vizcarra aseguró que el Ejecutivo busca una salida armoniosa. (Foto: GEC)
El presidente Martín Vizcarra aseguró que el Ejecutivo busca una salida armoniosa. (Foto: GEC)
Pedro Tenorio

No comparto el entusiasmo de quienes aplauden el proyecto presentado por el presidente para el adelanto de . Al parecer son mayoría, pero en mi caso no puedo pasar por alto que el principal problema del Perú no es solo de personas (líderes corruptos, políticos controvertidos y malos funcionarios), sino también de ausencia de instituciones. Y sin lo último ninguna promesa de desarrollo será sostenible. ¿Qué nos garantiza que quienes resulten elegidos en abril del 2020 serán mejores que aquellos a los que hoy queremos echar?

Este último ha sido un muy mal año para nuestra , y no solo por la confrontación entre el gobierno y la oposición fujimorista: Dado que ‘no sabemos votar’, se prohibió la reelección congresal vía referéndum. Y ahora, como tampoco ‘supimos votar’ en el 2016, se pretende acortar el período a pedido del presidente. En el primer caso, perdimos la posibilidad de reelegir a buenos parlamentarios que merecerían continuar en el Legislativo (se pudo acotar a un solo período inmediato, pero ni eso). En el segundo, preferimos no hacernos responsables de nuestros propios votos. “No me gustan... ¡cambiémoslos!”. Optaríamos así por una democracia descartable, en medio de aplausos. “¡Cierre el Congreso, presidente!”, gritaba la multitud ante Martín Vizcarra el lunes 29. Santo remedio.

Sin embargo, no podemos celebrar el fracaso. Democracia es búsqueda de consensos (nunca será fácil), un valor que debemos exigir de nuestros políticos. Necesitamos instituciones que trasciendan las personas y la propuesta del presidente se aleja de este ideal republicano. ¿No lo dejaban gobernar? Veamos: con un pobre crecimiento económico de 1,4% entre enero y mayo, una deficiente ejecución del presupuesto público en sectores clave, avance de apenas 25% en la reconstrucción del norte y una mala gestión política en Tía María –por citar un puñado de ejemplos–, Martín Vizcarra está lejos de ser solo una víctima.

Hay quienes apoyan el adelanto de elecciones porque sería mejor un año de agitación política que dos años de pugna de poderes. Insisto: ¿qué garantiza que con los mismos partidos y candidatos que compitieron hace tres años, y casi con las mismas reglas, el resultado sea distinto? Alegar que cualquiera será mejor no es serio. Conocido el proyecto, falta saber la respuesta formal del Congreso. Sin embargo, todo indica que este no contaría con los votos suficientes. Mientras tanto, el país seguirá paralizado en la toma de decisiones esenciales para el día a día de millones de ciudadanos. No más aplausos.