(Foto: El Comercio)
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Pedro Tenorio

Uno es hoy presidente, la otra planea serlo. Él deberá guiar la nave del Estado en un momento en que las mayorías exigen una respuesta eficaz a sus demandas. Ella deberá decidir si deja gobernar a Martín Vizcarra sin el boicot político que sus adversarios dan por hecho que impulsará. Él es el sucesor constitucional de un presidente que no estuvo a la altura del reto, ella obtuvo lo que anhelaba –la caída de PPK y Mercedes Araoz– y ahora irá por su hermano Kenji y su padre Alberto en la pugna por el liderazgo naranja. ¿Habrá espacio para que Vizcarra pueda gobernar? Sí, pero más allá de él dependerá en buena parte de Keiko Fujimori cómo arribe al 2021.

La conformación del Gabinete presidido por César Villanueva es la primera señal de un mandatario decidido a evitar pugnas con el Congreso. A partir de ahí intentará construir una gobernabilidad atenta a las expectativas de la población. Vizcarra entiende que necesita “ganar la calle” porque el aprecio del Parlamento solo es prestado. Sin embargo, vuelvo sobre un tema clave: dependerá de Keiko, Luis Galarreta como presidente del Legislativo y sus operadores en comisiones claves, que este nuevo Ejecutivo pueda mostrar resultados en cuestión de meses.

¿Tiene algo que ganar Keiko? Mucho. Creo que en todo el desaguisado alrededor de PPK ella también ha salido perdiendo: porque mostró a Fuerza Popular como antagonista hasta la médula y capaz de sabotear a Kuczynski a la espera de que fracase (no fue tanto así, y un informe de este Diario demostró meses atrás que requerimientos esenciales del Gobierno fueron atendidos por el Congreso), porque se mostró incapaz de procesar con madurez política su derrota del 2016 y por el espectáculo fratricida de sus voceros y los de Kenji. Las encuestas confirman su desgaste ante los electores, por lo que le resta una tarea que atender. De ahí que le convenga llevar la fiesta en paz con Vizcarra (que no será competencia suya en el 2021) y Villanueva (quien mal haría orientando sus pasos pensando en una candidatura presidencial próxima).

Además, Keiko deberá concluir el ‘affaire’ Kenji-Alberto, para lo que se descuenta el desafuero congresal de su hermano y de los principales involucrados en la compra de votos para salvar a PPK. Menuda tarea que no la eximirá de golpes y jaloneos.

Vizcarra vislumbra un futuro difícil, pero posible. Kuczynski fue el principal artífice de su caída y mal haría el hoy mandatario en mirarse en ese espejo. Y lo sabe. Ahora deberá abocarse a sus tareas mirando al interior del país, donde le exigirán resultados. Manos a la obra, presidente.