Seguir sin definir una estrategia y administrando el día a día solo tiene un destino posible: el precipicio.
Seguir sin definir una estrategia y administrando el día a día solo tiene un destino posible: el precipicio.
Pedro Tenorio

Comienza marzo sin un panorama claro respecto a lo que nos espera el resto del año. A la lucha anticorrupción, la reforma política aprobada vía referéndum y los efectos políticos del Lava Jato peruano se suma la incertidumbre acerca de si gobierno y oposición serán capaces de consensuar una agenda de reformas –¡por mínima que sea!– que responda a las expectativas. Algo que todas las encuestas reflejan y que sería un primer paso para recuperar la confianza ciudadana en la política.

En el nadie tiene idea. Devastados por la prisión preventiva de y la carencia de un liderazgo provisional, ninguno de los voceros consultados intuye qué rumbo seguir. Sin posibilidades de reelegirse y con su peor aprobación de la última década, la “bankada” no parece ver luz al final del túnel. Sus cabezas visibles (Tubino, Salgado o Torres, entre las más notorias) no manifiestan el menor interés por tomar las riendas del grupo y evitar nuevas renuncias que le resten poder. El Caso Becerril es otro factor en contra. La inminente recomposición de comisiones en el Parlamento, donde las nuevas bancadas intentarán hacer valer su peso, será otra señal de deterioro. El fujimorismo parlamentario acelera su lenta agonía sin mostrar una mínima capacidad de respuesta.

Sin embargo, esa debilidad está lejos de favorecer automáticamente al gobierno. Lo más probable es que pasemos a un esquema de grupos atomizados negociando cada uno con el para brindarle apoyo a cambio de prebendas. ¿Tiene capacidad el vizcarrismo para moverse en un tablero así obteniendo respaldo a reformas que le permitan modernizar el manejo del Estado? Mientras la “Reconstrucción con Cambios” hace agua por todos lados, cabe preguntarse si César Villanueva podrá ser el timonel en medio de estas enrarecidas aguas.

Por lo visto hasta ahora, donde el gobierno ha cedido por completo a las demandas de camioneros que habían tomado por días carreteras en el norte y sur del país, y ante comunidades que destruyen el Oleoducto Nor Peruano (solo en lo que va de la última semana), no lo parece.

Es evidente que el tiempo político para aguardar los movimientos del adversario ya pasó. Seguir sin definir una estrategia y administrando el día a día solo tiene un destino posible: el precipicio. necesita replantear sus objetivos y aterrizarlos en tareas visibles para la población y los agentes económicos, caso contrario seguirá perdiendo apoyo ciudadano. El fujimorismo necesita salvar lo poco que le queda y la vía de la confrontación por la confrontación de nada le ha servido. Vizcarra es el llamado a proponer los pasos a seguir.