(Foto: Presidencia Perú)
(Foto: Presidencia Perú)
Pedro Tenorio

Lo primero que va quedando claro en medio de las pugnas entre el Ejecutivo y el por la propuesta del presidente es que el tiempo se está convirtiendo en el principal escollo político del mandatario. Apostó todo lo que tenía a un “cambio necesario” al ritmo del “nos vamos todos”, pero el Parlamento entendió en estas cuatro semanas que dilatando el debate de esta iniciativa el principal perjudicado sería el jefe del Estado. Ni las pullas de Mauricio Mulder o Salvador Heresi, menos del Congreso, Pedro Olaechea, hacen mella en la credibilidad presidencial como sí la demora vista hasta hoy en un tema que se anunció como inminente y que aún está lejos, muy lejos, de serlo.

Los gritos de la multitud coreando “¡Cierre el Congreso! ¡Cierre el Congreso!”, cada vez que Vizcarra sale a la calle, eran música de respaldo popular para los oídos del mandatario, pero comienzan a ser también expresión de impaciencia y hartazgo. Si el presidente no es capaz de remediar esta situación (y por sí solo no puede), pronto pasará él también a ser parte del problema. ¿Por qué? Veamos: esta semana hemos seguido conociendo nuevos indicadores de la “gestión” de Martín Vizcarra y sus ministros a 17 meses de haber llegado al cargo. Casi 1 millón 400 mil jóvenes entre los 15 y 29 años en el Perú , y no se conocen propuestas de mejora para ellos por parte del Gobierno (ojo, las cifras son de los años 2017 y 2018, ¿pero han visto al presidente dedicado a este tema en los últimos 17 meses?).

Súmese a ello un crecimiento del PBI de 1,2% entre abril y junio (el más bajo , según Bloomberg), o que, como precisó una fuente oficial, “entre enero y el 16 de agosto de este año, los distintos niveles de gobierno involucrados en la reconstrucción del norte en obras de infraestructura” (El Comercio, 20/8/2019). Que el Ejecutivo haya cumplido solo un 22% expresa la mediocridad con la que se gestionan estos asuntos, algo que no se discute como debiera porque andamos embebidos en un adelanto de elecciones que se promete como la solución a todos los males sin serlo.

Vizcarra puede celebrar que apoye su proyecto, ¿pero puede cantar victoria? Aún falta mucho terreno por recorrer, es cierto, pero la demora debilita al mandatario. Hace tres semanas adelantamos que esa sería la estrategia del Congreso, cuando muchos aseguraban que los parlamentarios cederían ante la presión popular. Los congresistas no tienen ningún estímulo para adelantar el calendario e irse a sus casas. Esa es la realidad y Vizcarra tendrá que cambiar de táctica si pretende imponerse. Aumenta la incertidumbre.