Weber en Anchonga, por Richard Webb
Weber en Anchonga, por Richard Webb
Richard Webb

Jadeando, el hombre subía a pie por una trocha que lo llevaba desde su pueblo a un canal donde había que reparar una tubería rota. Señalando las casas al fondo de la quebrada decía: “Allí las casas, la comunidad de Anchonga”. Y mirando hacia arriba: “Hay que subir ese cerro todavía, detrás del cerro y unos kilómetros más. Estoy yendo a una faena. Hay una municipalidad. Hay un alcalde. No sé por qué no se encarga la municipalidad. No sé por qué lo tiene que hacer el pueblo”. 

El comentario no sorprendió. Una de las impresiones más marcadas recogidas durante el estudio de veinte distritos huancavelicanos que realicé con Giovanni Bonfiglio y Galileu Kim, del Instituto del Perú, ha sido precisamente la multiplicación y confusión de autoridades. Las preguntas ¿quién se encarga? y ¿quién manda aquí? se han vuelto parte del paisaje social. 

Sería lógico deducir que el embrollo organizativo es una explicación del atraso económico y social de esas poblaciones y ciertamente debe ser también un obstáculo. La verdad mayor es quizá lo contrario. Huancavelica sigue siendo una de las regiones más atrasadas, pero al mismo tiempo vive un extraordinario torbellino de transformación, en el que se combinan los cambios económicos y sociales con una multiplicación de las estructuras de autoridad. En gran parte, la confusión de poderes sería un resultado de la modernización. Hace más de un siglo la misma combinación de cambios fue observada y explicada por el sociólogo Max Weber, pero refiriéndose a la modernización de Europa. 

Para Weber, un aspecto central del desarrollo de las naciones consiste en la sustitución de la autoridad tradicional personalista por la autoridad moderna burocrática. Pero, en Europa, esta evolución se dio a lo largo de dos siglos. En Anchonga y su provincia Angaraes, un proceso similar de transformación se viene dando en apenas dos a tres décadas, como si algún apurado hubiera presionado el botón ‘Fast Forward’ para visualizar rápidamente el final de la historia. 

Una primera medida de la multiplicación de las instancias de autoridad se obtiene sumando las distintas entidades de gobierno local en la provincia de Angaraes. Entre comunidades campesinas, municipalidades distritales y municipios de centros poblados, existía un total de nueve instancias en 1940, 40 en 1972 y 120 en el 2012. Incluso la religión, en cuanto ha sido un instrumento de autoridad, también se diversifica con el surgimiento de religiones no católicas. 

Pero además de esas distintas formas de gobierno local, la presencia del Gobierno Central ha aumentado masivamente desde los años noventa. Los servicios de educación, salud y caminos del Gobierno Central han crecido sustancialmente, traslapándose con las acciones de los gobiernos locales cuando estos reparan escuelas, instalan postas de salud y construyen caminos. Están presentes también diversos programas sociales, con sus respectivas reglas y formas de autoridad. Si bien las distintas instancias se codean entre sí, la tendencia es hacia un mayor grado de formalización y de autoridad burocrática basada en procedimientos y normas generales, la modernización prevista por Weber. 

No debe sorprender que el proceso descrito avance más rápido en las formas que en su aplicación, la que sigue obedeciendo en muchos aspectos a la tradicional cultura personalista del peruano. Si bien debemos lamentar la imperfección que subsiste en la aplicación de la autoridad, debemos también apreciar la enorme escala de la transformación que está en curso.