Yeni Vilcatoma
Yeni Vilcatoma
Fernando Vivas

¡Es peruana!, ¡es peruana!, ¡ es peruana y Condorito es chileno! Ahora sí, en serio: Vilcatoma no me gustó ni cuando surgió a la fama como procuradora anticorrupción del gobierno humalista, denunciando que su jefe, el ministro Daniel Figallo, le pidió reunirse con Eduardo Roy Gates, abogado de Humala. Además, contó que Figallo le dijo: “ pone y saca presidentes”.

Claro que sonaba mal que un ministro pidiera y dijera tales cosas a su subalterna; pero no se justificaba que Yeni gritara ‘lobo’ con todos sus pulmones. Figallo estaba administrando una presión de alto nivel sin atarla de manos. Procuradores, fiscales y periodistas solemos pasar por eso sin patear el tablero ni romper vidrios. Si lo haces, es porque tu protagonismo vale más que la denuncia.

Y, ¡zas!, pasó lo que varios intuíamos: Yeni lanzó su candidatura. Confirmamos dos cosas, que su afán anticorrupción no tenía consistencia histórica, pues postuló nada menos que con la herencia de Fujimori; y que Keiko escogía muy mal porque lo que pasó con Figallo era de esperar que se replicara. Y así fue, al toque, en setiembre del 2016, semanas después de jurar.

Yeni quedó en la periferia de FP, alimentando la grita contra PPK y contra con declaraciones y gestos chirriantes. Sorprende que una ex fiscal y ex procuradora lance rumores como indicios e invoque indicios como pruebas fehacientes. Así pasó cuando afirmó que el gobierno de PPK compraba votos y Daniel Salaverry patinó al citarla. Luego, con pruebas a las que ella no contribuyó, la denuncia cobró asidero.

Ahora, su amenaza de denunciar a Vizcarra (hasta el cierre de estas líneas no la ha hecho efectiva) confirma que la fama de Yeni es producto de nuestra adicción al efectismo justiciero, aunque este sea trucho y se ponga al servicio de causas que no son necesariamente el combate a la corrupción. Y ojo que ya se puede oler otra pateada de tablero.

Renuevo mi profundo rechazo a estos personajes que distraen, confunden y enredan lo que otros construyen con rigor y paciencia. La ‘boutade’ constitucional de Yeni coincide con la denuncia de Silvana Castagnola contra Telefónica, más oportuna e importante que ajochar a Vizcarra sin votos, forzando los indicios y por las puras ganas de volver al candelero. Que la opinión pública ponga contra las cuerdas a una empresa poderosa para que explique qué ha hecho y qué no ha hecho contra la corrupción es un momento estelar que esta congresista desatada no nos va a arruinar.

Es una lástima que quien fuera valiente fiscal –así me hablan de sus tiempos de perfil bajo– acabe de mototaxista descarriada.