"La buena noticia es que las tecnologías digitales ya están comenzando a restaurar el brillo económico de América Latina". (Ilustración: Giovanni Tazza)
"La buena noticia es que las tecnologías digitales ya están comenzando a restaurar el brillo económico de América Latina". (Ilustración: Giovanni Tazza)

Alguna vez la región de mercados emergentes más próspera del mundo, América Latina, está en peligro de ser superada por sus pares, debido a su crecimiento lento y distribuido de manera desigual. Para romper ese patrón y hacer que el crecimiento sea más dinámico e inclusivo, las economías latinoamericanas deben lidiar con dos ‘medias’ faltantes: la ausencia de empresas medianas que puedan fomentar la competencia y los pocos consumidores de clase media cuyo gasto pueda crear una demanda muy necesaria. Aprovechar el poder de las nuevas tecnologías digitales será crucial para cumplir con ambos imperativos.

A pesar de las iniciativas de reforma y la reducción de la pobreza, las economías de la región tienen dificultades. El crecimiento del PBI en la región fue en promedio solo de 2,8% por año entre el 2000 y el 2016, muy por debajo de la tasa de 4,8% en otras 56 economías emergentes. Además, la expansión de la fuerza laboral representó el 72% del crecimiento de América Latina durante ese período. A medida que caigan las tasas de fertilidad, la región necesitará aumentar la productividad para compensar.

Aunque América Latina alberga algunas empresas globales altamente productivas, carece de la columna vertebral de las empresas medianas que impulsan la innovación y la competencia, y crean empleos productivos y bien remunerados en economías más vibrantes. La región tiene menos empresas grandes y medianas (con más de US$50 millones en ingresos anuales) que Turquía, India, Sudáfrica y muchas economías asiáticas de mercados emergentes de alto rendimiento; y las que tiene son mucho menos productivas que sus grandes negocios. Para agravar el problema, muchas economías latinoamericanas tienen una larga cola de pequeñas empresas, a menudo informales, que emplean colectivamente a millones, pero que detienen el crecimiento debido a su baja productividad.

Debido a que la débil productividad mantiene bajos los salarios, América Latina también tiene muy pocos consumidores que estén aumentando su poder adquisitivo que podrían ayudar a impulsar la demanda y la inversión de manera sostenible. Además, los altos impuestos indirectos reducen aún más la capacidad de compra de las personas al hacer que los bienes sean más caros. En Brasil, por ejemplo, el impuesto al valor agregado representa el 40% de la carga tributaria total, en comparación con un promedio de la OCDE del 32%. Y las barreras comerciales de la región mantienen los precios locales, incluidos los alimentos, por encima de los niveles mundiales; por ejemplo, los automóviles en Brasil se venden por más del doble del precio que en los Estados Unidos.

Peor aún, los grupos económicamente vulnerables tienen una capacidad limitada para pedir prestado y ahorrar. Menos de la mitad de la población en México y Colombia tiene acceso a una cuenta bancaria, y la falta de crédito al consumo en toda la región afecta los patrones de consumo. Hoy, más de 150 millones de personas en América Latina (más del 60% de ellas en Brasil, Colombia y México) viven con US$5 a US$11 por día. Por lo tanto, no pueden pagar más que las necesidades básicas y corren el riesgo de volver a caer en la pobreza.

La escasez de consumidores de clase media limita la demanda y las oportunidades de crecimiento para las empresas nacionales, que proporcionan la mayoría de los empleos en una economía moderna. También retrasa el desarrollo de bienes y servicios más complejos o diferenciados, que generalmente se caracterizan por un mayor valor agregado y productividad.

Este equilibrio de productividad débil, bajos niveles de innovación y diferenciación limitada de productos explica las bajas tasas de inversión y crecimiento de América Latina. Sin embargo, la región tiene la oportunidad de revitalizar sus economías mediante el uso de nuevas tecnologías digitales para aumentar la productividad. Sin embargo, para que esto suceda, las empresas y los responsables políticos deben tener en cuenta tres prioridades.

Primero, necesitan crear un entorno empresarial competitivo en el que las tecnologías digitales puedan prosperar, la innovación sea recompensada y se creen oportunidades para todos. Las herramientas digitales pueden ayudar a las empresas medianas a reducir la brecha de productividad con las empresas más grandes y desarrollar productos para las clases vulnerables al reducir costos.

En segundo lugar, los modelos de negocio basados en lo digital pueden aumentar la productividad, las habilidades y los salarios de los empleados e integrar a los trabajadores en comunidades remotas con el resto de la economía. Dichos modelos de negocio también ofrecen nuevas oportunidades para que los jóvenes mejoren sus habilidades e incluso compitan por trabajos con sus pares en economías avanzadas.

En tercer lugar, los gobiernos pueden adoptar activamente las plataformas digitales para ser más eficientes y proporcionar servicios públicos mejores y más baratos. Las instituciones del sector público deberán adaptarse y cambiar su enfoque de proteger y regular el statu quo a reducir la burocracia, alentar nuevas inversiones y experimentar con nuevos métodos de prestación de servicios.

Tales cambios podrían proporcionar un poderoso impulso a la productividad y al crecimiento. Si las economías latinoamericanas pueden completar y fortalecer a su clase media y a sus empresas medianas, el PBI per cápita podría aumentar en más de US$1.000 por año, generando un impulso de US$1 billón al PBI para el 2030.

La buena noticia es que las tecnologías digitales ya están comenzando a restaurar el brillo económico de América Latina. El emprendimiento digital está en aumento, con nuevas plataformas y aplicaciones en comercio electrónico y finanzas digitales emergentes en toda la región. Y varias nuevas empresas digitales latinoamericanas ya han logrado valoraciones de más de US$1.000 millones, al tiempo que crean nuevos empleos más productivos. Estos incluyen Mercado Libre, un mercado digital con sede en Argentina con una valoración de más de US$30 mil millones y más de 200 millones de usuarios; Nubank, con sede en Sao Paulo, que encabeza una cohorte de empresas de tecnología financiera en la región; y Rappi, una empresa colombiana de entrega en línea que ahora opera en países desde Argentina hasta Uruguay, y que recientemente agregó a SoftBank de Japón como inversionista principal.

Décadas de crecimiento débil en América Latina han dejado a gran parte de la población vulnerable económicamente. Pero al aprovechar la interrupción digital, la región tiene una oportunidad de oro para fomentar un crecimiento más rápido que beneficie a todos.

–Glosado y editado–