(Ilustración: Mónica González)
(Ilustración: Mónica González)
Mario Ghibellini

En el habla cotidiana, se suele echar mano de los pimientos para aludir figuradamente a cosas sin sustancia. “Eso me importa un pimiento” o “no vale un pimiento” son expresiones que se pueden escuchar en boca de quien busca transmitir tal idea y, en esa medida, se podría decir también que quien agrega elementos inútiles en una argumentación está aumentando pimientos. Una práctica en la que Keiko Fujimori y su defensa parecen haber incurrido recientemente en su empeño por demostrar que El Comercio habría mentido en su titular del 10 de noviembre pasado: “Odebrecht afirma que financió campaña de Keiko”.

Reducir a os conselheiros

En el airado mensaje que la lideresa de Fuerza Popular divulgó ese mismo día a través de las redes, en efecto, ella anuncia que su defensa legal le ha confirmado que lo señalado en ese titular es falso, y a continuación sentencia: “Claro está que no conozco al señor Odebrecht, claro está que no ha financiado nuestras campañas y que nunca se ha reunido conmigo”. Una construcción plena de pimientos, porque ni el titular ni la nota del Diario dicen que ella se reunió o conoció al corrupto empresario brasileño. Es más, ni siquiera dicen que financió sus campañas (eso lo tendrá que comprobar o desmentir la justicia). Lo que el titular y la nota sostienen es que Odebrecht ha declarado que financió una campaña suya (y no varias, como sugiere el plural utilizado por la señora Fujimori). Lo que está en discusión, entonces, es si la declaración sobre ese asunto específico existe. Todo lo demás es pimiento.

De forma similar, en la carta notarial que envió ese mismo día a El Comercio, el abogado de la ex candidata presidencial, Edward García Navarro, le demanda al director del Diario rectificar “la falsa información que se difundió sosteniendo que Marcelo Odebrecht […] le entregó 500 mil dólares a la señora Keiko Fujimori Higuchi”. Un pimiento adicional, porque –nuevamente– ni el titular ni la nota que lo acompañó dicen tal cosa.

El procedimiento es desde luego torpe, pero eso no significa que no haya sido pensado. Refutar imputaciones que uno no ha recibido es, después de todo, una estrategia frecuente en quienes quieren generar en un determinado auditorio la sensación de que todo lo que se les atribuye es falso. Esto porque muchas veces los integrantes de ese auditorio no se toman el trabajo de verificar si los cargos que la persona en cuestión rechaza estaban si quiera presentes en lo que se dijo originalmente de ella. Confunden el único señalamiento que realmente se les ha hecho dentro de una serie de cuatro o cinco que se inventan para la ocasión; y cuando todos estos se revelan falsos, parece que el primero también lo fuese. Y es posible que, en el camino, hasta se sientan astutos.

La circunstancia de que otros voceros de Fuerza Popular repitan las mismas macanas al tratar de demostrar que el referido titular miente, además, sugiere una instrucción. Porque, vamos, para meter la pata, los fujimoristas son disciplinados.

El asunto de si Odebrecht afirmó o no lo que El Comercio dijo se definirá cuando se conozca oficialmente su declaración ante los fiscales peruanos. Pero mientras tanto, la reina y señora de la oposición criolla haría bien en considerar si quizás su partido no está gastando demasiado en sus asesores legales o de imagen.
No deja de ser curioso, en ese sentido, que mientras el principal problema de Kuczynski es no hacerles caso a sus consejeros, el de Keiko consista en prestarles oídos a los suyos.

Esta columna fue publicada el 18 de noviembre del 2017 en la revista Somos.