“El presidente del Consejo de Ministros, Walter Martos, tuvo una intervención que nos hizo recordar al Watson de las películas chambonas”.
“El presidente del Consejo de Ministros, Walter Martos, tuvo una intervención que nos hizo recordar al Watson de las películas chambonas”.
Mario Ghibellini

Alguien tendría que pedirle disculpas al pobre doctor Watson. Una frase que Sherlock Holmes nunca pronunció en las ficciones de Arthur Conan Doyle –”elemental, mi querido Watson”– lo ha convertido en el paradigma de la incapacidad para comprender lo obvio. Es cierto que el autor de los relatos sobre el célebre detective hace que su punto de vista presida esas narraciones para lograr que, al final de cada una de ellas, nosotros nos sorprendamos junto con él de la forma en que Holmes resuelve los casos; pero, de tonto, Watson no tenía ni un pelo. De hecho, sus no pocas hazañas galantes –el doctorcito, al parecer, se casó más veces que un actor de Hollywood– sugieren que solía divertirse más que su ascético compañero.