Discrepo y río con Fernando Armas. Ha dicho, al anunciar su reaparición en Willax TV, que el humor peruano está tocando fondo, que recurre al facilismo, que la risa peruana no es lo que era.
No pues, tocayo. La nostalgia de que todo tiempo pasado fue mejor y más chistoso, se la dejamos a doña Jesús Morales o a don Fernando Farrés. Cuando ellos se ponen melancólicos, los comprendo y me provoca apapacharlos. A ti no. Aún eres el cómico más rápido al oeste del Canal 2, capaz de atrasar a cualquier juez que te pusiera Ricardo Morán en “Yo soy” (porque la estrella eras tú, los concursantes ya no existían). Y, cuando te entrevistan, siempre te dan tiempo para que saques de la manga a Fulvio Carmelo, el único personaje donde la homofobia y la mariconería chapan sin asco. ¿O me vas a decir que no ha habido una evolución entre el machismo cuadrado de “Risas y salsa” y tu coquetería ‘transfriendly’?
Tú, y Carlos Álvarez y Jorge Benavides, su hermano Alfredo, Edwin Sierra, Manolo Rojas, Vidaurre y Giovanna Castro, algunos cómicos ambulantes ‘formalizados’, son la demostración de que no estamos tocando fondo. Somos menos verbosos y dados al sketch; pero más corporalmente expresivos y dados al remedo; somos menos confiados en el guión pero más inspirados para la sátira.
Que a Jorge le reduzcan la planilla de “El especial del humor, que a Carlos lo hayan botado de ATV, que a ti te empujen hasta Willax, no es una crisis, es una oportunidad para replantear y mejorar métodos y risas.
Carlos pasó a América, donde tendrá la ocasión –espero- de replantear lo que fue el mediocre frente cómico de ese canal con “Risas de América”. Por lo pronto, ha demostrado que el remedo político está vivo y coleando y tuvo mucho que decir –en su salvaje pero editorial modo- en la última campaña municipal.
Jorge Benavides se había acostumbrado a una fórmula que ahora tendrá que ser menos facilista que antes. Tenía tanta troupé que podía sumar, sin pensarlo mucho, número tras número volteando los programas de casa, de la misma forma que la casa le daba la vuelta a sus viejas temporadas de “La paisana Jacinta”. Pues, ahora tiene que racionalizar mejor sus recursos humanos y sus temas cómicos y, ¿por qué no?, crear un personaje que reemplace a la anacrónica Jacinta: tal vez una chola orgullosa y emprendedora en lugar de una serrana bruta.
“Risas y salsa” fue top del ránking durante toda la década del 80 y una parte de los 90. Ese puesto lo tiene ahora “Al fondo hay sitio”, pero eso es mera cuestión de ráting total. El humor se ha convertido en la manera salvaje y silvestre de editorializar, el remedo hinca los dientes en la coyuntura y se cuela en los espacios periodísticos. Así pasó con Los Chistosos que saltaron de RPP a la TV y con el retorno de Carlos en una cuña de “La ventana indiscreta” de Cecilia Valenzuela. Asumo que hoy, Cecilia, a cargo de Willax, quiere repetir esa experiencia contigo, Fernando.
El facilismo tampoco es lo que era. Antes no fue fácil reír durante la dictadura militar –Tulio Loza tuvo que callar en los 70- ni durante el terrorismo. Y hoy no es fácil reír en medio de la informalidad, la inseguridad y el cinismo chacotero que plaga la política y la farándula. El humorista no solo remeda, sino que compite con muchos actores sociales que nos hacen reír a su modo. Por eso, Fernando y sus colegas tienen que fajarse para que no los atrasen los otorongos, los urrestis, los patacluans y figurettis varios. Para dejar establecido que chongo mete cualquiera, pero que es mejor llamar a los profesionales del chongo.