Julio Guzmán con un pie en la cornisa, por Fernando Vivas
Julio Guzmán con un pie en la cornisa, por Fernando Vivas
Fernando Vivas

Estaba colgado de las manitas acalambradas, ahora ya subió un pie. La próxima semana Julio Guzmán podría estar parado en la cornisa, arengando a su hinchada.

El JEE le dio una sentencia benigna cuando todos los rumores decían que sería maligna y lo obligaría a apelar, de rodillas, al JNE. Al declarar su inscripción inadmisible más no improcedente, le salvan la vida. Le dan dos días naturales -hasta el lunes 22- para que demuestre, con documentos internos,  que los miembros de su tribunal electoral sí son militantes de Todos Por el Perú y fueron elegidos para tal misión, a pesar de que su elección y su militancia no había sido informada al ROP. Papaya. Y le piden que se busque un domicilio dentro de la jurisdicción del JEE. Más papaya.

Me alegro porque ganó el derecho a la participación política por sobre la tramitología electoral. El candidato no está para que el Estado lo abrume con requisitos que coacten sus ganas de hacer política. Si consta la voluntad de su entorno de lanzarlo a él y solo a él, aunque se haya cometido irregularidades y el partido sea un caos; bueno pues, que las subsane y punto.

Más importante es que los electores omaremos la decisión final. Los entes electorales nos estaban quitando el derecho a descartar, evaluar y elegir. Cinco magistrados estaban usurpando la primera vuelta, reduciendo la consulta popular a cinco votos diletantes.

Por supuesto, esta benignidad introduce un elemento de inequidad en la campaña. La batalla que Julio Guzmán está por ganar lo beneficia inmerecidamente. Los otros sí cumplieron con sus trámites, ¡qué tal raza!. Si, por otras irregularidades insubsanables, Todos Por el Perú pierde la inscripción en otras regiones; o no se le deja usar su logo; ello podrá equivaler a un castigo compensatorio.

En el futuro, la legislación electoral debiera incluir sanciones imaginativas (suspensión temporal de publicidad televisiva, multas, amonestaciones lapidarias) para castigar a improvisados como Guzmán, preservando en última instancia su derecho a la participación política.    

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