Christian Pacheco fue el segundo medallista de oro en Perú por los Juegos Panamericanos Lima 2019 en la prueba de maratón.
Christian Pacheco fue el segundo medallista de oro en Perú por los Juegos Panamericanos Lima 2019 en la prueba de maratón.
Pedro Canelo

Hay muchos aciertos para aplaudir en esta primera semana de Lima 2019. No pudo pensarse mejor la programación de las competencias como para arrancar en el histórico 27 de julio con las maratones femenina y masculina, el taekwondo poomsae y el squash. Tres deportes que, en las previsiones, prometían medallas para la delegación peruana. Empezar con tres preseas de oro, dos de plata y una de bronce ayudó a que estos  subieran rápidamente al podio del interés nacional.

Y si a esto le sumamos la impresionante inauguración, es difícil que hoy alguien se oponga a la organización de los Panamericanos y Parapanamericanos 2019. Cada representación artística fue un homenaje a nuestras raíces culturales. El Perú abrió su libro de historia para los ojos de todo el continente.

Un año antes de los Juegos Olímpicos Londres 2012, más de la mitad de la población inglesa se oponía a organizar el evento, sobre todo por el costo global de once mil millones de euros. Al pasar doce meses de estos Juegos, la opinión pública experimentó una variación asombrosa. En setiembre del 2013, el 75% de los ingleses aprobó haber sido sede de Londres 2012. Si hubiera sido por el clamor popular, quizá estos Juegos habrían cambiado de anfitrión. En esas situaciones extremas es donde aparecen los buenos líderes políticos: para ser firmes ante un proyecto que va a beneficiar a todos.

Cuando el alcalde de Lima, Jorge Muñoz, asumió el cargo edilicio, una de sus primeras frases fue: “Seré el alcalde de los Panamericanos y del bicentenario”. En cambio, su antecesor, Luis Castañeda Lossio, sugirió cancelar la organización de los Juegos en marzo del 2017. Para estos retos, se necesitan autoridades con visión en la clase política. Y eso es algo que al Perú le falta. Solo busquen videos de hace dos años cuando muchos congresistas pedían “no despilfarrar el dinero en los Panamericanos”. Hizo bien el presidente Martín Vizcarra en hacer referencia de esta manera a los Juegos Panamericanos 2019 en su mensaje a la nación: “Imagínense si hubiéramos hecho caso a los predicadores del ‘no se puede’”. Eligió el mejor lugar y el mejor auditorio para decirlo.

Abrazar estos Panamericanos no es un acto populista ante el oro de Tejada, Pacheco, Elías y Cuglievan (ya van cuatro). El comité organizador de Lima 2019, liderado por Carlos Neuhaus, se ha asesorado con los que planificaron las obras en Londres 2012. La idea es dejar un legado con correcta administración de infraestructura. En el 2020 la capital inglesa, según información gubernamental, habrá obtenido ingresos por cuatro veces más en comparación a su inversión en los Juegos Olímpicos.

La otra herencia social estamos comenzando a vivirla en tiempo real. La competitividad deportiva crece con la masificación. El mejor ejemplo para esto es todo lo que ocurrió con el deporte español después de los Juegos Olímpicos Barcelona 1992. ¿Cuántos niños y jóvenes ahora van a querer ser fondistas y salir a correr? ¿Cuántos buscarán academias de taekwondo? ¿Cuántos preguntarán dónde practicar squash? Estos Panamericanos han despertado un apetito de medallas nunca antes visto en el Perú. Para los que no creyeron, toca un decente silencio. Para los que empujaron el carro, es momento de regalarles un podio personal.

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