Las lágrimas Yuliana Bolivar tras vencer a la estadounidense Nina Cutro-Kelly y adjudicarse la medalla de bronce en la categoría de+78kg en los Juegos Panamericanos Lima 2019 significaron más que un festejo emotivo por un logro histórico: se convirtió en la primera judoca en ganar una medalla en unos Panamericanos. Su celebración fue un desahogo al sacrificio que hizo durante tanto tiempo. Por el deporte que ama renunció a muchas comodidades, a su trabajo y a su patria.
Porque Yuliana no es peruana, a pesar de querer tanto al país que, como ella misma señaló con la presea colgada en el pecho, la adoptó como una hija. Nació en el estado de Bolívar, en Venezuela, hace 29 años, y eligió el judo como su primer amor, ese que nace casi siempre en la etapa escolar.
"Dejé muchas cosas atrás para llegar a esto. Tuve entrenamientos duros, intensos. Tengo que manejar la emoción de estar lejos de mi familia", reflexionó con la voz quebrantada.
En su país ganó tantos títulos como torneos disputados, pero su federación estaba sumergida en una crisis institucional. Ella no quiso que esos problemas la hundan como deportista y en 2014, luego de ganar una medalla de bronce en los Juegos Odesur de Santiago, decidió retirarse. Ese año se había graduado de fisioterapeuta, así que se puso a trabajar. No tenía otra opción.
Pero el judo siempre la llamó. Y ella hizo caso. Le escribió tantas veces como pudo al profesor Carlos Zegarra, actual presidente de la Federación Deportiva Peruana de Judo. Y cuando recibió la respuesta aceptándola, no dudó ni un minuto en viajar y aterrizar en suelo peruano. Por un mejor futuro.
Aquí las cosas tampoco fueron fáciles. Sus primeros cuatro años se las pasó sin competir, solo entrenando. Recién fines del 2018 entregó sus papeles y a mediados de enero de este año empezó un largo proceso para obtener la nacionalización.
Con documentos en mano, Yuliana se sintió una peruana más. Y conseguir una presea en los Juegos Panamericanos fueron su objetivo, como de todo deportista peruano. Darle una alegría al país que la acogió era su manera de agradecer. Ayer lo logró y no pudo ocultar su emoción, esa que se desató cuando el juez le dio la victoria. "Gracias, Perú por todo", dijo entre lágrimas. Y nosotros le respondemos: ¡Gracias a ti, campeona!