Bádminton. (Foto: Daniel Apuy / GEC)
Bádminton. (Foto: Daniel Apuy / GEC)
Ricardo Montoya

Dentro de la ignominiosa escasez estructural del deporte en el país, lo de la delegación peruana en produce un hito de admiración. No es solo ya la cúspide alcanzada en las competencias en las que suelen destacar los atletas nacionales, como las pruebas de fondo, la tabla o el tiro, sino también el contagio a representantes de otras disciplinas ignotas o incipientes en la nación que, gracias a estos Panamericanos, han podido competir y de paso emocionar a los aficionados.

La ebullición de estos Juegos en el alma de nuestra gente obliga a replantearse la perspectiva de lo que pudiera ser, hoy y siempre, el deporte en el Perú.

Puestos a repartir loas, estas no deben centralizarse en aquellos representantes que alcanzaron medallas para la patria. Hay deportes como el surf o el karate, por ejemplo, en los que el desarrollo es mayor que en otros y, por eso mismo, la siempre difícil posibilidad de obtener una presea es menos lejana que en otras competiciones. Está claro que nada es sencillo para los nuestros, pero sería saludable que el apoyo se diversificase para que los éxitos no solo lleguen desde el mar, la Incontrastable o las artes marciales. Algunos de los que mejor lo han hecho en este megaevento no han conseguido subir al podio; pero su participación ha sobrepasado lo que, a priori, se esperaba de ellos. Y esto también es ser un ganador.

En esa zona, de campeones sin medalla, la lista supera las once conquistas obtenidas hasta el momento. En ese espacio se ubican las chicas del bádminton: Danica Nishimura y Daniela Macías quienes cayeron ajustadamente en tres sets contra la más experimentada pareja brasileña. También está la gimnasta Fabiola Díaz, quien contra todo pronóstico estuvo muy cerca de colgarse el bronce en la viga de equilibrio. La selección de fútbol femenino, más allá de las derrotas ante Argentina y Costa Rica, dejó el alma en cada pelota y evidenció un crecimiento técnico y actitudinal. Algo similar ocurrió con los elencos de balonmano y voleibol masculino, ambos superados, no sin antes ofrecer tenaz batalla a sus pares portorriqueños y argentinos.

Otro digno representante fue el tenista Nicolás Álvarez, quien llegó a tener punto de set ante al sembrado número 1 y potencial top 10, el chileno Nicolás Jarry. El mapuche debió elevar su nivel de juego para anotarse el tie break y con él la victoria. También fue esperanzador lo del equipo de nado sincronizado que terminó sexto en la prueba final. Y como ellos, varios más.

Todavía no han transcurrido ni la mitad de los Juegos y ya podemos establecer un denominador común entre nuestros representantes: la resiliencia. Superados o no, estos peruanos de hoy no bajan los brazos y guerrean orgullosos por su país, y en algunos casos, como Natalia Cuglievan o Diego Elías, también por sus deportes. Esto recién comienza. Si cuidamos las infraestructuras e invertimos en el deporte como política de Estado es posible que en un breve plazo encontremos las llaves hacia un futuro mejor.

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