(Foto: Archivo)
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Esperar en vano por una opción de vida, por una llamada que no llegará. Resignarse a que el punto final de la esperanza sea la muerte. Experiencias comunes de miles de personas en el Perú, país con una mínima cultura de donación de órganos.

Nuestra realidad es que cada día mueren entre una y dos personas esperando un órgano. La estadística oficial dice que menos de dos peruanos por cada millón llegan a donar un órgano. Una de las tasas más bajas en Latinoamérica, solo por encima de Bolivia y lejos de Uruguay, que lidera la lista con veinte donantes por cada millón.

El 8 de agosto, esta estadística tuvo el nombre de un niño de 6 años: Alejandro. Un mal congénito en el corazón lo tuvo tres meses en lista de espera. Luchó hasta el final aferrado a los equipos del Instituto Nacional Cardiovascular (Incor).

La tecnología estuvo lista para recibir un corazón que nunca llegó. “Al igual que mi esposa, siempre respondimos que sí a la donación en el DNI. Al pasar por esto, nos dimos contra una pared por la falta de sensibilización del resto”, dice a El Comercio Franklin Zumarán, padre de Alejandro.

Una falla multiorgánica impidió que sus padres convirtieran a Alejandro en lo que tanto esperó: un donante. Deseaban que sus córneas ayudaran a alguien más, pero sus tejidos ya no estaban aptos.

-Combatir mitos-

La lista de espera en el Perú para un órgano o tejido tiene 6.400 personas, cifra de quienes están preparados para un trasplante. Sin embargo, el Ministerio de Salud (Minsa) reconoce que fuera del registro oficial, el universo total de casos superaría largamente este número. Del otro lado, el Registro Nacional de Identificación y Estado Civil (Reniec) detalla que de los 23’257.900 peruanos mayores de edad, solo 3’196.914 respondieron que sí a la donación de órganos. Es decir, solo el 13% del total.

La falta de información es uno de los mayores obstáculos para combatir prejuicios y mitos. Luz Meza Vargas, titular de la Dirección General de Donaciones, Trasplantes y Banco de Sangre del Minsa, explica que el protocolo se activa una vez que se certifica la muerte cerebral de una persona y se obtiene el consentimiento familiar.

“Es importante que las personas se informen más y que conversen en familia para que respeten la decisión, incluso en el momento más doloroso. Donar es dar vida, en el mejor de los casos por cada donante se pueden salvar diez personas”, refiere.

Patricia Chilet, subgerenta de Procura de Essalud (institución que realiza el 95% de trasplantes), señala que tanto para ser donante como receptor es necesario pasar por una serie de análisis de compatibilidad que solo pueden ser hechos en centros de salud con alto grado de especialización.

El congresista Carlos Bruce, autor de un proyecto de ley que plantea convertir automáticamente a todos los peruanos en donadores, salvo que expresen en vida su negativa, dijo a este Diario que esta vez el Minsa estaría dispuesto a respaldar la iniciativa en la Comisión de Salud del Congreso.

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