“A los 3 años mi hija me dijo que quería ser una mujer batalla. Ahí sentí que todo valió la pena”, recuerda. (Rolly Reyna / El Comercio)
“A los 3 años mi hija me dijo que quería ser una mujer batalla. Ahí sentí que todo valió la pena”, recuerda. (Rolly Reyna / El Comercio)
Renzo Giner Vásquez

Antes de que movimientos como Ni Una Menos o Me Too comenzaran a despertar a la sociedad y exigieran cambios a favor de la igualdad de género, Antonio Orjeda dedicaba cada martes a publicar la historia de alguna ejecutiva, empresaria o emprendedora social en una página completa de El Comercio. Hoy, 14 años después del nacimiento de Ejecutivas, publica una segunda edición de su libro, donde reúne la historia de 30 mujeres ejemplares.

—¿Cómo nació Ejecutivas?
Economía era la sección que menos abría el común de las familias que leían El Comercio. La idea era generar contenidos atractivos. Así surgió la propuesta de tener una página temática de lunes a viernes, pero una de ellas debía estar enfocada en el trabajo de las mujeres. Me la encargaron y, la verdad, al inicio no estaba muy animado. Pero con el editor de ese entonces, David Rivera, vimos que la mejor manera era tener una entrevista a toda página y a una columnista.

—¿Quién fue la primera entrevistada?
Verónica Marsano. En la entrevista solté una pregunta machista y eso cambió todo.

—¿Qué le dijo?
Ese año ella iba a presidir el Congreso de la Mujer Minera. Le pregunté cuál era el aporte de la mujer a la minería. Ella se demoró en responder lo suficiente como para darme cuenta de que era una pregunta machista. “El aporte es el mismo que el de cualquier hombre”, respondió. Me sentí como un idiota, pero fue positivo. Así arrancó la bola de nieve. Cada martes encontraba casos más interesantes que el anterior. El nombre nos lo tumbamos en un dos por tres porque comenzamos a entrevistar a empresarias, intelectuales, una serie de travesuras.

—¿Por ejemplo?
Como María Rostworowski. La gran pregunta era qué hacía Rostworowski en Economía. Su empresa, les respondí, fue haber revolucionado la historia del Perú. Con el tiempo y conversando con un psiquiatra me di cuenta de que lo que hacía era buscar superhéroes, algo que amaba desde niño. A veces no te das cuenta de la magnitud de lo que haces mientras lo haces…

—Lo mismo pasó con la carta de Yuki Seo, una lectora que cambió todo.
Sí. Uno de los ‘tips’ que me dieron fue que creara un correo electrónico. Era el 2006 y eso me permitió recibir ‘feedback’ del público. Así esta lectora me escribió para contarme que estaba coleccionando algunas entrevistas para que su hija las lea. Le escribí para agradecerle y saber cuántos años tenía su hija. ¡Tenía 6 meses! Me volví loco. Como periodista, por primera vez en mi vida, sentí que mi chamba era útil. De inmediato sentí que debía seleccionar algunas de las entrevistas y publicarlas en un libro. Si esa mamá sentía que le haría bien a su hija, le podía hacer bien a otras personas. Así nació “Mujeres batalla”.

—Que pasó a convertirse en una asociación.
Eso fue muy loco. El libro se usó en colegios, universidades, escuelas de negocios, lo recomendaron psiquiatras y psicólogos a personas con cuadros de depresión. El día de la presentación mis entrevistadas se conocieron, decidieron continuar viéndose, conversando y un día se unieron y replicaron su ejemplo. Así nació la asociación. Yo no entendía qué hacía ahí, fui arrastrado por esas mujeres maravillosas.

—¿Quién puede ser una mujer batalla?
Las mujeres batalla no son mujeres con 14 brazos, 3 cerebros o 14 pulmones. El prólogo que escribió Carolina Trivelli para mi libro nos hace ver que son personas normales. Cualquiera de ellas puede ser una mujer batalla. Mi madre es la muestra de ello, era una ama de casa que llevó el timón del hogar durante el peor momento que vivió el país con la crisis de García. Algo que aprendí entrevistando a las colaboradoras de las empresas es que la persona menos pensada tiene una historia poderosa que contar. Conversen con sus madres, tías o abuelas, verán que los sorprenderán.

—Entonces, ¿cómo elige a sus entrevistadas?
Mi base era entrevistar a personas que consciente o inconscientemente le hacían bien al país.

—Y haberla luchado…
Sí, pero rompiendo prejuicios. Por lo general, cuando entrevistaba a quien venía de un origen humilde y luego progresaba, todo era aplausos. Pero cuando era una chica que venía de una familia acomodada, preguntaban por qué la entrevistaba si había tenido todo servido.

—Si uno lee su entrevista a Inés Temple, verá que no necesariamente es así.
Su caso es muy interesante. Todos creen que no sufrió nada. ¡No, paren el coche! Mi objetivo es celebrar el éxito de mujeres de todos los ámbitos que se han fajado, la billetera es lo de menos.

—¿Qué sintió cuando su hija, Miranda, le dijo que quería ser una mujer batalla?
Exactamente me preguntó que si ella era una mujer batalla, ¿yo la entrevistaría? Tenía 3 años, yo iba manejando y me agarré del timón. Sentí que todo valió la pena.

—¿Qué le ha enseñado Miranda?
[Piensa] Que soy capaz de rescatar lo mejor de mí. Yo no estaba contento conmigo mismo, por lo que cometía un montón de errores. Tomar conciencia de que soy su padre imprime un montón de responsabilidad por mostrarle la versión más pura de lo que soy.

—¿Siente que el panorama ha mejorado para las mujeres en estos 14 años?
El hecho de que estemos hablando del tema es un gran avance. Y todo es mérito de ellas. Cuando arrancó Ni Una Menos en el Perú y las mujeres dieron sus testimonios, yo terminé llorando. No es justo que una mujer tenga problemas para elegir el ajuar que se va a poner cada día. Nuestro trabajo ahora es sensibilizarnos. Los hombres que nos hemos dado cuenta de esto tenemos la responsabilidad de sensibilizar al resto.

Antonio Orjeda
Periodista y escritor

Nací en Lima hace 50 años. Estudié en el colegio Alfonso Ugarte y Comunicaciones en la Universidad de Lima. La página Ejecutivas nació en el 2004. Publiqué la primera edición de “Mujeres batalla” en el 2007, un año después fue republicado y este año lanzamos una nueva edición.

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