Castañeda con el marcador en contra, por María Alejandra Campos
Castañeda con el marcador en contra, por María Alejandra Campos
Maria Alejandra Campos

Las cifras de a lo largo de sus tres gestiones municipales son impresionantes. En su primer período como alcalde tuvo aprobaciones mayores a 80% 17 veces. En el segundo, entre el 2007 y 2010, su promedio de aprobación fue de 77%, y nunca fue desaprobado por más de la tercera parte de los limeños. Para ponerlo en contexto, el promedio de desaprobación de Susana Villarán durante su último año de gestión fue 76%. El pico de aprobación de Alberto Andrade fue 75% en setiembre de 1997, pero su promedio durante toda la gestión fue 63%. Es decir, Castañeda ha sido ampliamente superior a sus predecesores y sucesores en su desempeño frente a la opinión pública. Es un político acostumbrado a jugar con el marcador a favor. Siempre con más partidarios que detractores.

Su tercera gestión empezó en el 2015 con la misma proyección de las anteriores, una amplia mayoría a favor (68%) y apenas 21% en contra. Sin embargo, la primera crisis llegó pronto, entre febrero y mayo la aprobación cayó 19 puntos debido a los cuestionamientos al ‘by-pass’ de 28 de Julio. El 49% de aprobación de ese mes era el porcentaje más bajo en sus tres períodos como alcalde. A pesar de la coyuntura adversa, Castañeda logró recuperarse. En tan solo tres meses volvió a los niveles de confianza de su primer mes de gestión. La oposición estaba devastada, Castañeda parecía ser intocable… hasta hoy.

La  de Ipsos publicada el lunes 17 en este Diario revela que la aprobación del burgomaestre limeño cayó 16 puntos con respecto a marzo, dejándolo con un incómodo 36% de aprobación y 59% de desaprobación. Esto implica varias novedades. Es la primera vez que Castañeda cae tanto de un mes a otro. También es la primera vez que la desaprobación supera el 50% y, aun más importante, es la primera vez que una tendencia decreciente en su aprobación dura más de tres meses. 

Algunos piensan que este desplome es coyuntural, principalmente debido al desempeño de la municipalidad frente al fenómeno de El Niño costero. Que cuando pase el temporal, Castañeda logrará recuperar rápidamente sus niveles anteriores de aprobación. Sin embargo, y esto es algo de lo que Castañeda y su equipo deben estar informados de sobra, la pérdida de popularidad no es un fenómeno reciente. Castañeda viene cayendo en las encuestas desde noviembre del 2016. Hasta octubre su aprobación promedio era 64%. A partir de noviembre hasta marzo, 51%. Eso sin incluir el 36% de este mes. 

A diferencia de otros períodos, esta vez Castañeda no parece tener con qué defenderse. No hay escaleras, hospitales, ni metropolitanos. Hay, en cambio, peajes en Puente Piedra, incendios en Cantagallo, puentes caídos y gerentes municipales desplomados. Ello, sumado a que hoy la mayoría de limeños habla mal de él, hace que el escenario para una pronta recuperación sea sumamente complejo. Lo más probable es que Castañeda logre recobrar algo de la popularidad perdida, y estabilice su aprobación. Lo improbable es que revierta la tendencia decreciente que vemos desde noviembre y que vuelva a estar en la comodidad del sesenta y pico por ciento de aprobación. A partir de ahora, el camino va a ser cuesta arriba y si aparece algún escándalo de corrupción, como Lava Jato, el amplio capital político que había acumulado en los últimos catorce años va a consumirse rápidamente.

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