Chavín de Huántar: Los secretos de la operación 20 años después
Chavín de Huántar: Los secretos de la operación 20 años después
Ana Núñez

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"Ocho, siete, seis...”. La cuenta se inicia apenas un par de minutos después de las 15:20 horas del martes 22 de abril de 1997. Al llegar a cero, 143 comandos de la operación Chavín de Huántar ingresarían a la residencia del embajador japonés en el Perú, Morihisa Aoki, con la misión de liberar a los 72 rehenes que llevaban 126 días secuestrados por 14 terroristas del MRTA.

“Cinco, cuatro, tres...”. El mayor EP César Astudillo Salcedo está al mando del grupo Alfa y –un par de metros bajo tierra, en los túneles construidos para el ingreso de los militares– recibe por radio el conteo que dará luz verde a la acción de rescate. “Dos, uno, cero...”. ¡Bum! Comienzan las detonaciones y lo que vienen son 17 minutos que parecen una eternidad.

Tres fueron las explosiones que marcaron el inicio de la operación Chavín de Huántar aquella nublada tarde, 20 años atrás, pero debieron haber sido cuatro. Por alguna razón, el primero de los detonadores no funcionó. “Felizmente quedaban otros”, señala Astudillo, hoy general del Ejército.

Aseguran los que saben de estrategias militares que no se pudo haber convocado a un mejor grupo de hombres. Justo el año 96 se había realizado un curso de comandos con especialización en rescate de rehenes, así que apenas ocurrió la toma de la residencia, la noche del 17 de diciembre, fueron llamados todos los que habían participado en la capacitación.

La mayoría de los integrantes de la Patrulla Tenaz tenía experiencia en el Cenepa y el Huallaga, incluido el mismo Astudillo. Es más, al general lo llaman el ‘héroe vivo del Ejército peruano’. “¿Si estuvimos nerviosos? Por supuesto. Todo ser humano tiene esos sentimientos y sensaciones, pero el entrenamiento nuestro nos ayuda a manejarlos. Por eso, desde esa fecha hasta ahora tenemos una unidad especial de comandos”, cuenta.

La operación Chavín de Huántar no habría tenido el mismo éxito si no hubiera estado acompañada por una labor de inteligencia en la que participaron algunos de los rehenes con formación militar. Uno de ellos fue el coronel (r) Roberto Fernández Frantzen, entonces edecán del presidente del Congreso, Víctor Joy Way, quien logró ocultar y mantener consigo un beeper durante los 126 días de cautiverio.

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