Desde noviembre, el consorcio surcoreano que brinda asistencia técnica para las obras visita la zona (Foto: MTC)
Desde noviembre, el consorcio surcoreano que brinda asistencia técnica para las obras visita la zona (Foto: MTC)
Fernando Alayo Orbegozo

Reunido con las principales autoridades regionales y de la provincia de Urubamba, el pasado 27 de diciembre, el ministro Edmer Trujillo ensayó un cronograma sobre el proyecto del en (AICC).

El titular del Ministerio de Transportes y Comunicaciones () dijo que el 15 de enero se tendría un expediente técnico del movimiento de tierras y que inmediatamente después se iniciaría el proceso de contratación de la empresa que supervisará las obras hasta el 5 de junio. Aseguró que la construcción comenzaría el día 20 de ese mes.

“Estamos hablando ya de fechas claras y precisas del inicio de este proyecto”, dijo Trujillo en ese encuentro. Sin embargo, a la fecha (más de un mes después), el Ejecutivo no ha brindado mayor información sobre el cumplimiento del cronograma.

Solo el 2 de febrero el presidente comentó que su gobierno seguía “trabajando y avanzando” en el AICC. Añadió, en diálogo con “La República”, que se estaba “poniendo mayor énfasis a los temas arqueológicos, culturales” para mitigar cualquier posible impacto en el patrimonio.

Un impacto que la propia Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura () ya ha pedido al Perú se evalúe correctamente.

—Idas y venidas—

En diciembre, El Comercio reveló el contenido de la carta enviada por la Unesco al Estado Peruano –en julio del 2019– en la que requería el estudio de impacto patrimonial (EIP) realizado para la construcción del aeropuerto de Chinchero y las consecuencias que tendría en la conservación de tres bienes listados como Patrimonio Mundial: Santuario Histórico de Machu Picchu, Qhapaq Ñan y la ciudad del Cusco.

La misiva fue respondida por el Ministerio de Cultura (Mincul) en setiembre con el compromiso de “ampliar los estudios efectuados” en el área del proyecto porque, si bien se han hecho evaluaciones arqueológicas y monitoreos permanentes que “no han arrojado evidencias culturales en superficie ni en subsuelo”, estos estudios “no constituyen el EIP recomendado por la Unesco”.

Pero el requerimiento de la entidad internacional derivó en contradicciones de las autoridades e instituciones involucradas en el proyecto: el MTC y el Mincul. Por ejemplo, el 23 de enero último, el mismo día que Cultura respondía a este Diario que el EIP ya había sido entregado por el despacho de Trujillo y sus observaciones enviadas a la Unesco, Trujillo informaba en conferencia con la prensa extranjera que el EIP sería presentado a la Unesco antes del inicio de las obras en junio; es decir, aún no estaba listo [ver cuadro].

(Elaboración: EC)
(Elaboración: EC)

—Sin licitaciones—

La incertidumbre también se cierne sobre quién o quiénes elaboran este estudio. Según el portal del Organismo Supervisor de las Contrataciones del Estado (OSCE), entre el 2019 y lo que va del 2020, ni el MTC ni el Mincul han realizado convocatorias o programado licitaciones de consultorías técnicas para este fin.

Héctor Cusicuna, alcalde distrital de Chinchero, mostró su preocupación respecto a la poca claridad que sostiene el Ejecutivo sobre el documento solicitado por la Unesco: “El ministro Trujillo no ha informado nada al respecto, pese a que estuvimos reunidos en diciembre. Para nosotros, el aeropuerto es una obra necesaria y fundamental, pero se nos debe informar sobre el cuidado del patrimonio. Somos los primeros en resguardarlo”.

El Comercio solicitó reiteradamente su versión a los dos ministerios involucrados, pero no hubo respuesta.


Punto de vista

El patrimonio del silencio. Por Fernando Alayo Orbegozo

Desde que El Comercio reveló en diciembre las cartas que intercambiaron el Estado Peruano y la Unesco por el estudio de impacto patrimonial requerido para el aeropuerto de Chinchero, no solo hubo contradicciones, sino también silencios.

Silencios representados en la imposibilidad de este Diario de entrevistar a funcionarios de los ministerios de Cultura y de Transportes, pese a las reiteradas solicitudes. O en las respuestas escritas (y escuetas) enviadas sin permitir las necesarias repreguntas.

Esta situación llama la atención, sobre todo porque la construcción del nuevo terminal aéreo se ha presentado siempre como una prioridad para el gobierno de Martín Vizcarra.

Y también por los cuestionamientos que pesan sobre la obra respecto a una posible destrucción del patrimonio arqueológico en el Valle Sagrado. Preocupación que, además de la Unesco, muestran los cientos de peruanos que siguen esperando respuestas.

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