Los estudios del Ingemmet en el proyecto Cusco - Pata concluirán a fin de este año. (Foto: GEC)
Los estudios del Ingemmet en el proyecto Cusco - Pata concluirán a fin de este año. (Foto: GEC)
Alicia Rojas Sánchez

Cuando se construía , dos sismos de gran magnitud remecieron sus muros, dejando como rastro deformaciones en el principal santuario arqueológico del Perú. Pero además de rajaduras y algunos bordes rotos producto de la fricción, estos eventos sísmicos hicieron de los incas planificadores del territorio y conocedores de lo que hoy llamamos la gestión de riesgo de desastres.

Estas son algunas conclusiones a las que ha llegado el proyecto de investigación Cusco - Pata, liderado por el Instituto Geológico, Minero y Metalúrgico (Ingemmet), y que tiene un objetivo técnico - científico, así como la generación de herramientas para la prevención de desastres.

Uno de los muros estudiados en Machu Picchu. (Foto: Ingemmet)
Uno de los muros estudiados en Machu Picchu. (Foto: Ingemmet)

Las deformaciones

Carlos Benavente, especialista del Ingemmet y coordinador principal del proyecto Cusco - Pata, explicó a El Comercio que de acuerdo con las indagaciones, los movimientos telúricos ocurrieron en el período del inca Pahacútec. “Lo que deducimos es que cuando Machu Picchu se estaba por terminar ocurrió un sismo. Posteriormente, hay otro tipo de construcción que también es afectada o se ven deformaciones, lo que nos indica que fueron dos sismos”, dijo.

El investigador comentó que estos eventos hicieron que los incas manejen la gestión de riesgos y planifiquen su territorio. “Ellos ya tenían el conocimiento de tener una ingeniería sismoresistente, que fue replicada no solo en Cusco. Los incas eran unos grandes planificadores”, destacó.

Respecto a las características de las construcciones de los incas en Cusco, Benavente destacó que cuando empezaron a evaluar los peligros geológicos, dieron con que las estructuras de esta época nunca fueron ubicadas en el fondo de un valle. “No están nunca ahí porque en los fondos de un valle suceden inundaciones o huaicos. Por eso, ellos construyeron en la parte alta. Eso es la planificación de territorio”, dijo el investigador.

Asimismo, mencionó que la andenería hecha en esta época del antiguo Perú tenía dos objetivos principales: estabilizar los taludes y el aprovechamiento agrícola. “Y ahora sumamos este conocimiento de los sismos, podemos concluir que los incas eran buenos gestores de terreno”, afirmó.

Las construcciones de Cusco son megalíticas y del tipo trapezoidal, una ingeniería que da un buen soporte estructural, destacó Benavente. “Por eso, podemos decir que es una construcción sismoresistente. Los incas tuvieron un adecuado uso de la parte estructural en sus construcciones”, agregó.

Las rajaduras halladas. (Foto: Ingemmet)
Las rajaduras halladas. (Foto: Ingemmet)

La técnica

El estudio que se lleva a cabo en Cusco para identificar las deformaciones en Machu Picchu aplica métodos geológico-estructurales y de arqueosismología. Por ello, se pudo determinar que las deformaciones producidas por los movimientos telúricos están asociadas a fallas geológicas cercanas al santuario histórico y no a la zona de subducción en la costa del Pacífico.

“En este caso utilizamos una técnica que se basa en la identificación de deformación en los muros de los lugares arqueológicos. Lo que observamos es que Machu Picchu presenta deformaciones por deslizamientos, pero también deslizamientos asociados a sismos. Esta técnica se llama la arqueosismología”, explicó el especialista del Ingemmet.

Añadió que las deformaciones halladas tienen características específicas y a gran escala. “No quiere decir que hay una deformación de un muro puntual, sino que se pueden observar a lo largo de un área extensa. Esto nos lleva a concluir que no puede ser generado por un deslizamiento, que es una deformación puntual. Lo que observamos es una deformación típica a lo largo de todo Machu Picchu. Esto nos indica que, efectivamente, la única forma de poder generar ese tipo de deformaciones es con un sismo”, añadió.

Los investigadores aplicaron métodos geológico-estructurales y de arqueosismología. (Foto: Ingemmet)
Los investigadores aplicaron métodos geológico-estructurales y de arqueosismología. (Foto: Ingemmet)

Aprendizaje

“La pregunta que debemos hacernos es, ¿dónde dejamos esa cultura de prevención que los incas reconocieron bien? Este estudio debe servir para reflexionar sobre cómo estamos contribuyendo al ordenamiento territorial”, comentó el investigador Benavente a este Diario.

Si bien uno de los objetivos de este estudio es la identificación de sismos en el pasado para conocer su magnitud y recurrencia, y conocer cómo impactaron a las antiguas civilizaciones, otro es generar herramientas y metodología para difundir información sobre los peligros geológicos y aportar a la prevención de desastres, comentó el especialista.

Las deformaciones observadas en Machu Picchu no representan ningún riesgo actual.

Otros estudios

Carlos Benavente detalló que junto al Ministerio de Cultura están haciendo estudios en otras zonas arqueológicas como Saqsaywaman, Tambomachay, Tipón y también Piquillacta, al sur del valle de Cusco. Los resultados de estas investigaciones se darán a conocer a través de informes del Ingemmet.

(Foto: Ingemmet)
(Foto: Ingemmet)

Sobre el proyecto Cusco - Pata

El proyecto Cusco – Pata, iniciado en el 2016 con el financiamiento del Concytec (Consejo Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación Tecnológica), tiene como objetivo aportar a la ampliación del catálogo sísmico en el Perú y fortalecer los planes de gestión del riesgo de desastres, adoptando medidas preventivas que protejan el patrimonio cultural del país, entre ellos Machu Picchu.

Cusco - Pata es liderado por el Ingemmet y cuenta con la colaboración del Instituto Geológico Minero de España (IGME), el Instituto de Ciencias de la Tierra de Grenoble (Francia), la Universidad de Jena (Alemania) y la Universidad de Oxford (Reino Unido); en coordinación con la Dirección Desconcentrada de Cultura Cusco. Los estudios deben terminar a fin de año.

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