Enfrentamientos buscan controlar la ruta de la cocaína
Enfrentamientos buscan controlar la ruta de la cocaína
Redacción EC

VANESSA ROMO ESPINOZA / 

A las 9:50 p.m. del miércoles pasado falleció el sargento Clíder Jipa Condo, el en el valle de los ríos Apurímac, Ene y Mantaro (). El comunicado que ayer envió el Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas da cuenta de que el ataque narcoterrorista ocurrió en el sector Sanakaureni, en el distrito cusqueño de Echarati, que este atentado se repelió y que se detuvo a cuatro ‘mochileros’ que llevaban 31 paquetes con 300 kilos de pasta básica de cocaína. Lo que no dice el comunicado es la edad de Clíder Jipa. Según el Reniec, el 23 de julio iba a cumplir 21 años. Una edad temprana para combatir en la zona más violenta del país. 

UNA IMPORTANTE ZONA ILEGAL

La muerte de Jipa es considerada por los especialistas en temas de narcotráfico Jaime Antezana y Pedro Yaranga como una respuesta a la operación militar y policial Cunshireni, la que comenzó el 11 de junio en la cuenca del Alto Urubamba, en el distrito de Echarati. 

La primera victoria de estos trabajos fue el martes pasado, con el y, sobre todo, la incautación de armas como una ametralladora PKT, fusiles AKM y Galil, una escopeta y una pistola. Este despojo de armas y el ingreso a la selva cusqueña, dominada desde el 2011 por , provocó la reacción terrorista.

“La zona del Alto Urubamba es importante para el clan Quispe Palomino [Sendero Luminoso], porque es donde está la ruta más importante de la droga en el país”, dice Antezana. Gran parte de la cocaína que se elabora en el Vraem llega a Cielopunko, en la zona alta del Cusco, y se lleva hasta Kepashiato. Desde ahí los paquetes de pasta básica de cocaína van hacia Atalaya (Ucayali), donde se han detectado narcopistas que sacan la droga a Brasil.

Yaranga añade que parte de la cocaína que llega a Kepashiato también es llevada hacia Bolivia por Cusco y Puno. “Otro factor que hace importante esta zona es la presencia del gasoducto de Camisea”, dice el especialista. Yaranga comenta que no existe suficiente vigilancia para este conducto, lo que lo vuelve un blanco fácil para que sea amenazado y hasta extorsionado por los terroristas.

EDAD CUESTIONABLE

La última muerte del 2013 fue de Sauki Entsakua, un indígena achuar que fue enviado al Vraem como soldado a los 21 años. En ese momento, el congresista Eduardo Nayap cuestionó que se envíe personal tan joven a una zona convulsionada. “Ellos tienen pocos meses de experiencia”, dijo.

Clíder Jipa tenía 20. Aunque las Fuerzas Armadas aclaran que era un soldado reenganchado (había cumplido servicio militar), Antezana cree que su corta edad y poco tiempo en el campo habrían determinado su muerte.

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