Sebastián Ruales

La salud mental en el Perú es todavía un tabú, con una población económicamente activa que cada vez más ve los estragos que causan este tipo de enfermedades. Para el especialista en salud y autor –junto a Gobierna Consultores– del Informe de Estado Situacional de la Depresión en el Perú, Javier Llamoza, la pandemia ha agravado esta situación.

LEE TAMBIÉN | Elecciones 2022: ¿Son viables las propuestas de los virtuales alcaldes de Miraflores, San Isidro y La Molina?

Los datos analizados del informe por la Unidad de Datos del El Comercio muestran un estado de precariedad con respecto al acceso y la oferta de medicamentos que dificulta la continuación de los tratamientos que los pacientes requieren, en un contexto de creciente demanda por la obtención de dichos fármacos.

La oferta de antidepresivos en el mercado peruano

Según el informe, en el mercado mundial existe un total de 64 medicamentos para tratar la depresión. No obstante, solo 16 se encuentran en mercado peruano, y de este grupo solo 7 son adquiridos por el sector público: Ministerio de Salud (Minsa) y Seguro Social de Salud (EsSalud).


A parte de un limitado acceso, el problema radica en que este es desigual entre las entidades. “De los cinco antidepresivos que posee el Minsa dos son los tricíclicos, que se reservan para casos especiales de depresión”, señala el experto. Según explica, normalmente, cuando hay una depresión moderada y severa, se usa la Sertralina o la Fluoxetina que son los medicamentos de primera línea. Sin embargo, cuando se crea una resistencia solo existe una alternativa en el Minsa, mientras que en la seguridad social existen hasta tres opciones.

El problema de la oferta se agrava en un contexto en el que existe un desabastecimiento de estos fármacos. En el Informe Situacional se señala que la disponibilidad de medicamentos psicotrópicos en el Minsa no llega al 100% en ningún establecimiento de salud a nivel nacional. Solo el 69% de los hospitales cuentan con este tipo de fármacos, mientras que solo el 2% de los puestos de salud los poseen.

“Esta situación representa una barrera relevante para el acceso de medicinas y tratamiento de las enfermedades”, señala el informe.

No obstante, el problema de trasfondo son la falta de actualización de la guía para el manejo de la depresión, que data del 2008, y el retraso de la actualización del Petitorio Nacional Único de Medicamentos Esenciales (PNUME) que no se realiza desde hace 4 años. La falta de actualización hace que los pacientes, no solo en temas de salud mental, tengan que recurrir a medicamentos desfasados y costosos.

Llamoza señala que ya existe un instructivo para la actualización del petitorio, no obstante, realizarlo implica una decisión de gestión que a la fecha no se ha tomado. Toda esta situación implica un acceso bastante limitado para los pacientes con cuadros depresivos. Y es que el acceso también es limitado, puesto que las dosis de los medicamentos tienen que ser controladas minuciosamente, por lo que la autoprescripción está fuera de las posibilidades.

Aumento de la demanda de antidepresivos

La limitada oferta se encuentra en medio de una creciente demanda de medicamentos para la depresión tanto dentro como fuera del sector público. El aumento del consumo de medicamentos se entiende, en parte, por la falta de estrategias para tratar la enfermedad.

El especialista explica que existen tres tipos de depresión: leve, moderada y severa. Solo se requiere tratar las dos últimas con antidepresivos. Para Llamoza el problema está en que los gobiernos no implementan mecanismos o estrategias para que el paciente ni bien sienta los síntomas reciba atención especializada, mientras se encuentre en una depresión leve. Esta situación es uno de los factores que genera que recién se pida ayuda cuando la depresión ya es moderada o severa, y se requiere de medicación.

La falta de estrategias de salud mental en el país, sumado a una situación de pandemia, agudizó aún más el problema y ha hecho que el consumo de medicamentos haya aumentado considerablemente. Según el Informe Situacional, el consumo de antidepresivos aumentó en el Minsa a un 262% en el 2020; mientras que en el sector privado el crecimiento de la demanda fue de hasta un 850%. Se destacan los aumentos significativos de Paroxetina y Escitalopram.

Este aumento también se ve con el consumo de unidad por fármaco. En el caso del Minsa el consumo total de medicamentos pasó de 68,264,875 unidades en 2017 a 257,851,545 unidades en el 2020. Los antidepresivos cuya demanda creció más fueron Sertralina y Fluoxetina.

En el caso de EsSalud, también se presenta un aumento del consumo por unidad, aunque de manera leve. El total pasó de 8,845,155.7 en 2017 a 10,179,272.1 en 2019. Sertralina y Fluoxetina también son los fármacos cuya demanda creció más.

Alto costo de antidepresivos

Hay dos cuestiones que Llamoza resalta para que los medicamentos impliquen un alto costo para los pacientes: el uso de más de un fármaco y los precios injustificados de los mismos.

Con respecto al primero, el especialista señala que el gasto en salud en el Perú es más alto en comparación de países vecinos. Por ejemplo, el gasto de salud en Colombia representa un 15% frente al 39.5% del de Perú.

A este hecho se suma que el paciente con un cuadro depresivo suele gastar en más de un solo medicamento, ya que, como menciona Llamoza, la depresión suele acompañar a otras enfermedades en las que los fármacos son costosos como el cáncer o la diabetes.

Una actualización al sueldo mínimo del 2022 de la data del gasto en antidepresivos por día de trabajo del Informe Situacional de la Depresión en el Perú muestra que un paciente llega a gastar, para un tratamiento mensual, en promedio, 5.06 días de trabajo por un genérico DCI, 10.40 por un genérico de marca y 10.79 por un medicamento innovador, lo que representa un rango de S/172 hasta S/366 por fármaco.

El problema está en que la oferta limitada del Seguro Integral de Salud, tanto por la propia poca oferta de medicamentos como por el desabastecimiento, hace que el costo sea trasladado al paciente que tiene que gastar, usualmente, por más de una medicina. Asimismo, analizando el gasto por antidepresivo, un paciente puede llegar a gastar S/687 por un tratamiento mensual con Desvenlafaxina, uno de los fármacos más costosos.

El problema de las patentes

Para entender los precios injustificados se requiere comprender primero cómo funcionan las patentes. LLamoza explica que “hay dos tipos de medicamentos, el innovador que es el que descubrió la molécula patentada por 20 años y se le reconoce su exclusividad por esta cantidad de años para que recupere los costos de investigación desarrollo. El día en que la patente vence cualquier laboratorio puede fabricar la versión genérica y puede ser la versión genérica con marca o sin marca”.

“Quien invirtió investigación y desarrollo fue el innovador, ellos [los genéricos] solamente se colgaron del conocimiento que ya se ha liberado. Entonces el genérico de marca no tendría por qué costar tan igual como un innovador, pero a veces lo hace”, advierte Llamoza. Esta ha sido una situación habitual con los genéricos de marca. Por ejemplo, en el caso del Escitalopram de 20 mg, el informe muestra que el medicamento innovador ha llegado a costar S/22.81 y el genérico de marca ha llegado a costar hasta S/20: casi lo mismo.

Esta situación se da debido a la poca oferta y competencia entre proveedores de los medicamentos. “Si no está en el petitorio es que no hay muchos competidores”, recalcó el especialista.

Llamoza sostiene que para reducir el impacto en el bolsillo de las personas se requiere de aprender de experiencias vecinas. Es necesario establecer políticas de regulación de precios como sucede en Colombia, Ecuador o Chile. El especialista explica que como el mercado de los medicamentos es inelástico, a pesar de los altos costos, el usuario seguirá gastando.

Es por eso, que es responsabilidad del gobierno tomar acción para evitar los precios injustificados en el mercado. Existen en el Perú mecanismos que nunca han sido usados que podrían aliviar la situación del paciente. “En el caso de que el medicamento tenga patente y sea necesario para resolver un problema de salud pública hay herramientas como la salvaguarda o el uso gubernamental”, menciona Llamoza.

Lo ventajoso de estos mecanismos, explica Llamoza, es que permite la llegada de genéricos de otra parte del mundo al mercado peruano y para evitar conflictos con la patente vigente se otorgan regalías a la farmacéutica por cada venta del genérico.

En ese sentido, la mejora de la precaria situación de acceso a fármacos para tratar la depresión e incluso otras enfermedades de salud mental dependen de políticas que apunten a regular los precios de los mismos para que los pacientes puedan acceder a una salud de calidad.