La noche del miércoles, el Congreso de la República otorgó la confianza al Gabinete Ministerial tras un amplio debate que siguió a la exposición del presidente del Consejo de Ministros, César Villanueva, sobre las principales medidas que se ejecutarán en su gestión.  (Foto: Congreso)
La noche del miércoles, el Congreso de la República otorgó la confianza al Gabinete Ministerial tras un amplio debate que siguió a la exposición del presidente del Consejo de Ministros, César Villanueva, sobre las principales medidas que se ejecutarán en su gestión. (Foto: Congreso)
José Carlos Requena

La presentación del presidente del Consejo de Ministros, César Villanueva, en el Congreso, el miércoles pasado, ha mantenido la retórica regional, que tanto el jefe del Gabinete como el presidente de la República, Martín Vizcarra, quieren imprimir a su gestión. Se busca mostrar un destacado interés por pensar el país más allá de la capital.

“El proceso de descentralización es uno de los retos de mayor relevancia para el futuro de nuestro país”, dijo Villanueva al iniciar la sección sobre el quinto pilar de lo que será su gestión. “Su objetivo es doble: asegurar la provisión de servicios esenciales de calidad para todos los peruanos y crear las condiciones para el desarrollo del potencial productivo de cada una de nuestras regiones”, complementó.

Según dijo Villanueva, el gobierno de Vizcarra fortalecerá la descentralización, en base a “un enfoque de desarrollo territorial, a partir de la diversidad y las vocaciones productivas de los territorios”. Tal enfoque supone “priorizar y acelerar la consolidación de espacios de articulación intergubernamental, horizontal y vertical”, lo que impedirá que “los ministerios actúen en los territorios de espaldas a los gobiernos”. Villanueva aludió a una reciente reunión con alcaldes en Taquile (Puno) y a la última reunión GORE-Ejecutivo, en Lima, para hacer notar que esta coordinación ya se viene dando.

El segundo componente del enfoque descentralista del gobierno “exige eliminar las superposiciones, ambigüedades u omisión de funciones y responsabilidades entre los tres niveles de Gobierno”. Se espera que las propuestas en tal sentido surjan de los espacios de coordinación con los gobiernos regionales, que serán presentadas al Congreso.

Finalmente, Villanueva indicó que se había “dispuesto la revisión de la desconcentración administrativa y el funcionamiento de las oficinas de los programas nacionales en el interior del país”. En este rubro, anunció que se avanzará en la “implementación de las Agencias Regionales de Desarrollo (ARD)”, que se espera pueda “corregir el débil alineamiento que tienen hoy las intervenciones sectoriales con las prioridades territoriales, así como la limitada incidencia de los gobiernos regionales en las decisiones de política de los ministerios”.

Pero la descentralización de Villanueva podría estar pecando de inmovilista. Poco se hace (o se anuncia que se hará) por romper la rígida situación actual: una descentralización sin regiones –aunque con gobiernos regionales sobre lo que fueron los departamentos– instalada por Alejandro Toledo, que no fue tocada por ninguno de sus sucesores (descrita anteriormente en este espacio el 18 de setiembre del 2016).

Por el contrario, lo que se plantea implica mayores atribuciones para actores que, en muchas ocasiones, no han estado a la altura del poder que ostentan.

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