Redacción EC

NELLY LUNA AMANCIO

Nluna@comercio.com.pe /

– ¿Y si no crees?
– No importa si no crees. Eso dicen siempre algunos, pero el daño existe, es real.
– Puede tratarse de sugestión...
– Los que dicen eso y lo niegan son los que más miedo tienen. 

Angélica Montoya Rodríguez dice que no es una bruja. Ella no hace daño ni practica la magia negra, ni invoca el mal. Dice que ella sana personas. Es una de las curanderas más visitadas de La Libertad. Tiene 55 años, una mesa llena de velas y huacos y cruces y muchas plantas medicinales. Desde los 15 años examina el alma de sus enfermos. “Un curandero sana, exorciza, endulza parejas; los brujos, los maleros, ellos son los que hacen daño, retuercen personas, las secan, las matan. Ellos no creen en Dios, no rezan. Me da pena que los ronderos los castiguen, pero los brujos hacen mucho daño y la justicia no les hace nada. Y por su culpa, a veces nos confunden con ellos”.

Angélica Montoya, curandera de La Libertad. Foto: Celso Roldán

Nadie en el norte frunce el ceño cuando se habla de brujería. Los brujos y curanderos forman parte de la historia, tradición y creencias de esta parte del Perú. Se dice que los primeros dañan (hasta que el cuerpo de su víctima se seque y muera) y que los segundos curan. En los últimos meses –hartos de hechizos asesinos– los pobladores de la sierra de La Libertad han denunciado a estos brujos con las rondas urbanas y campesinas. Y estos han respondido deteniéndolos “porque nadie más hace nada para detener el daño”. En Otuzco, los castigos de una ronda provocaron la muerte de una  mujer acusada de bruja.

Las rondas exigen ahora al fiscal investigar y ejercer justicia y sanciones contra los hechizos que ellos definen del más allá.

VER Y CREER
“Le voy a contar algo y tal vez usted no me crea”, me dice Elías Pizán, dirigente de las rondas campesinas de Huamachuco, en La Libertad. Nadie se lo contó. Él lo vio: allí estaban, enterradas en una fosa, las prendas de los finaditos pinchadas con cientos alfileres, un zapato, vendas podridas y  muchas espinas. Esa mañana de abril del año pasado Elías Pizán recibió una llamada de los campesinos del poblado de Cochorco: habían detenido a una pareja de brujos acusados de asesinar a más de una decena de personas. 

Elias Pizán acudió  a la intervención y cuenta que durante el interrogatorio los brujos confesaron que les habían pagado para provocar la muerte de estas personas. En la casa de los acusados, la ronda encontró sobre una mesa, ceras negras, más prendas de los fallecidos, muñecos y fotografías pinchadas. “Los brujos confesaron y fueron ellos mismo los que desenterraron las cosas”, dice el rondero. 

–La ronda de Otuzco está acusada de asesinar a una mujer que tildaron de bruja...
– Esa ronda no forma parte de la Central Única Nacional de Ronderos, ellos se han organizado por razones políticas, responde Pizán Briceño.

, que fue castigada por los ronderos de Otuzco y que luego fue hallada muerta el pasado 23 de enero del 2014.Tres semanas después, en Sarín, a cuatro horas de Trujillo, La acusaban de practicar la hechicería y provocar la muerte de otra mujer. La fiscalía intervino y se comprometió a investigar el caso. La acusada fue liberada y los ronderos acusados de secuestro.  

SIN LEY
En Huamachuco, como en otras regiones del país, hay y rondas urbanas. , pero, como ocurre también en otros lugares, las rondas urbanas aquí asumen funciones de rondas campesinas.  Lo explica el mismo Elías Pizán: “Como las urbanas no tienen facultades reconocidas en la ley,  nosotros hemos hecho un convenio y ahora ellas cumplen esa tarea”.

Reunión ronderil. Foto: Roy Bejarano.

Solo en el centro de Huamachuco hay 20 bases de rondas urbanas y 40 de rondas campesinas, pero se ignora cuántas existen en todo el país. Su incremento expone la debilidad del Estado Peruano para ejercer justicia en las zonas más alejadas del país. “Por ningún motivo las rondas campesinas pueden imponer castigos físicos”, ha dicho la Defensoría del Pueblo, pero  estos excesos y actos violentos son constantes en algunas zonas de Cajamarca y Otuzco, donde persiguen y castigan actividades que se consideran “ajenas a la moral”.

Ante el vacío de justicia, estas rondas imponen normas paralelas: “En mi ronda tenemos 25 casos de juicio de alimentos hacia agricultores y mineros, y en base a lo dice la ley nosotros sacamos la cuenta y decidimos cuánto estos padres tienen que pasar a su hijo para su manutención. Con ese tema no tenemos problemas, solo con los brujos, porque el código penal no considera a la brujería como delito y debería”, dice un convencido Elias Pizán.


CREENCIAS CON ARRAIGO
La creciente inseguridad ha incrementado la búsqueda de chamanes y curanderos en La Libertad. “Últimamente la gente más acomodada, los empresarios, son los que más vienen, se sienten amenazados por las brujas y andan nerviosos y asustados, nos buscan para que les practiquemos una limpia”, dice Angélica Montoya.

Foto: Celso Roldán

Uno de los casos más difíciles que le tocó desentrañar a ella, hace poco, fue el de un niño de 6 años al que los médicos no le encontraban un diagnóstico exacto. “Le hicieron daño al papá, pero el maleficio cayó sobre su hijo. Cuando le hicimos la limpia vimos que sus órganos internos estaban dañados. Oramos mucho y logramos curarlo”.

A veces, dice Angélica, la gente se cura y busca venganza con los brujos. Hasta que el círculo se repite. “Cada vez recibimos más denuncias contra brujos, la gente se queja mucho de ellos, nosotros los detenemos hasta que duren las investigaciones”, explica el dirigente rondero. (Entiéndase por investigaciones la recopilación de pruebas –muñecos, calaveras, pócimas, velas negras– que demuestren que la bruja practicó un hechizo mortal a su víctima).

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