muni ejecutivo
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José Carlos Requena

Instalado como el eje de la política en el lustro 2016-2021, el Caso Lava Jato terminará por opacar todo esfuerzo por empujar una agenda mínima de políticas públicas. Ello repercute de manera importante fuera de Lima, donde las demandas son variadas y monumentales.

Los esfuerzos del Ejecutivo, personificados por la presidenta del Consejo de Ministros, Mercedes Aráoz, pasan a segundo plano, aun cuando estos cuentan con el endose presidencial. La misma mañana en que la fiscalía realizaba el allanamiento al local de Fuerza Popular se realizaba en Huancayo el cuarto Muni Ejecutivo.

Sobre el encuentro, Aráoz se mostraba entusiasta. “Acabamos de tener una reunión muy positiva con los alcaldes provinciales de las ciudades más grandes, lo que nos permite fijar una agenda de desarrollo y eso es importante. Creo que es así cómo nos vemos, como socios, como compañeros de trabajo, para poder caminar hacia adelante”, dijo según una nota de prensa de la PCM.

Minutos después, sin embargo, ella y el presidente Pedro Pablo Kuczynski tuvieron que manifestarse sobre el allanamiento de esa mañana. El encuentro Muni Ejecutivo terminó siendo solo una referencia.

Lo mismo ocurre con el esfuerzo por consolidar las mancomunidades regionales. Hace menos de un mes, el 12 de noviembre, se aprobó la constitución de la Mancomunidad Regional Macrorregión Nororiente del Perú, conformada por los gobiernos regionales de La Libertad, Tumbes, Piura, Lambayeque, San Martín, Amazonas, Loreto y Cajamarca, según informó la agencia Andina.

En su reciente discurso en el cierre de CADE, el presidente Kuczynski dijo que las mancomunidades serían el eje de una visión estratégica del ordenamiento del país, un anuncio que en otros momentos, lejos del impacto de Lava Jato, habría marcado un hito en el proceso de descentralización.

Una suerte similar corren los retos que enfrentan ya los proyectos mineros más importantes, que serán una de las bases de la reactivación económica. Esta semana, “Gestión” publicó una nota de la agencia Reuters que reseñaba la suerte de Nueva Fuerabamba, un poblado en la zona de influencia del proyecto Las Bambas, en Apurímac.

“Nueva Fuerabamba fue la pieza central de uno de los asentamientos mineros más costosos jamás negociados en el Perú. Pero tres años después de mudarse, muchos de los pobladores aún luchan por adaptarse al entorno suburbano”, dice la nota. Desafíos similares seguramente se darán en Michiquillay, Cajamarca, o en Quellaveco, Moquegua.

Todo ello sin contar las elecciones subnacionales que tendrán lugar en octubre próximo. Si bien pueden brindar algo de alivio al atribulado gobierno de Kuczynski, también serán un reto, dada la actual coyuntura signada por la irascibilidad y la desconfianza.

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