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Sismo en Loreto: la iglesia del centro poblado de Santa Cruz que quedó en escombros
Enrique Vera

No ha sido la construcción más grande que cayera ante el terremoto de 8.0 grados en Loreto, pero quizá sea la que ahora lamenta más gente en conjunto. La iglesia del centro poblado Santa Cruz, capital del distrito homónimo, en Alto Amazonas (Loreto), colapsó cuando los vecinos del lugar corrían a la plaza de armas para salvar sus vidas. Dentro de poco iba a cumplir 57 años de construida.

Un equipo de El Comercio llegó a esa comunidad, situada casi a cuatro horas de viaje fluvial desde Yurimaguas. Quienes presenciaron el desplome dicen que empezó segundos después de que la tierra dejara de moverse, en medio de la consternación y el pavor por el sismo. “Primero cayó la torre donde descansaba la cruz, después toda la fachada”, dice Abel Cárdenas Salinas, de 52 años, encargado por más de 20 años del cuidado de la iglesia.

Él no estaba en la plaza al producirse la caída. De hecho, no fue sino hasta tres horas después que se enteró de que la capilla había quedado en ruinas. Allí congregaban unas 35 personas cada domingo de misa y, siempre que las puertas permanecían abiertas, había alguien adentro en oración. Por eso, en medio de su pesar por la tragedia, cree que la llegada del terremoto en horas de la madrugada, y a puertas cerradas, ha sido una bendición.

“Otra bendición es que todas las imágenes y el altar hayan quedado intactos. Mire usted, hasta la cruz quedó parada al caer”, comenta Abel.

La iglesia de Santa Cruz está situada en una esquina de la plaza de armas. El frontis es ahora un monte adobe mezclado con concreto caído. Los techos de madera y calamina que han quedado los altos también están por caer. El alcalde distrital, José Oblitas, no ha proyectado aún la demolición de lo que resta del templo; más bien cree en la posibilidad de establecer un convenio que permita la rehabilitación de toda la infraestructura.

En este poblado de Santa Cruz son pocas las casas caídas en comparación con el resto de caseríos de la jurisdicción. Las viviendas hechas de madera y calamina que cedieron ante el movimiento ya han sido refaccionadas por sus mismos propietarios. Por ahora, en cada noche de domingo que ya no habrá misa allí, las vecinas de Santa Cruz piensan hacer vigilias y rezar el rosario frente a los escombros que quedaron de la capilla. Para la rápida reconstrucción de su templo, dicen; para que no lleguen más desgracias.

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