La batalla por la defensa de Tambopata
La batalla por la defensa de Tambopata
Ricardo León

Preocupado, Vladimir enciende las luces intermitentes y estaciona a un lado de la carretera para contestar su celular. Un guardaparque de su equipo que le informa que han sido detectados cuatro botes surcando el río Malinowski; en estos, le advierten, se desplazan mineros ilegales. Cuelga la llamada y continúa manejando. En el camino contará que, hasta hace pocos años, circulaban por el río más de 150 embarcaciones de mineros, y que ahora solo quedan unas 10. “Cuando las encontramos las cortamos por la mitad, pero no siempre es fácil, ellos nos enfrentan”, dice. La pista termina y comienza una accidentada trocha de arcilla y barro; el primer destino de este recorrido es el pequeño puerto de la localidad de Filadelfia, a orillas del río Inambari, rumbo al corazón de la selva de Madre de Dios.

Vladimir Ramírez es un experimentado funcionario del Servicio Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Sernanp) y actual jefe de la Reserva Nacional Tambopata. Su trabajo diario durante los últimos años ha sido proteger a toda costa este territorio amazónico de 274 mil hectáreas. Su misión hoy es transportar a un grupo de 20 agentes de la Marina de Guerra hacia el puesto de vigilancia Azul, un lugar ubicado muy cerca del río Malinowski, dentro de la reserva. A estos marinos se sumarán el día siguiente 10 policías. Todos ellos cumplen un rol fundamental en la larga y lucha contra la extracción ilegal de oro: evitar que los mineros ingresen a esta zona protegida. No siempre lo consiguen.

En abril del 2009, cuando El Comercio llegó por primera vez a la zona minera ilegal de Madre de Dios, aún no existía La Pampa. El primer reportaje sobre el tema publicado aquel año mostraba que los mineros habían establecido campamentos rústicos en Guacamayo y Delta 1, alrededor del kilómetro 98 de la carretera Interoceánica. Antes de eso, la extracción aurífera sin reglas ni control se había establecido en Huepetuhe, convertida en una especie de ciudad asentada sobre sucios relaves mineros. El médico de la posta, Javier Paredes, aseguraba que “el 100% de niños” de Huepetuhe tenía parásitos en el cuerpo.

Ha transcurrido una década desde entonces. Siendo la situación ya crítica, empeoró con el paso de los años y con el aumento del precio internacional del oro. Los mineros arrasaron con Guacamayo y cruzaron la Interoceánica hasta llegar a la amplia zona de amortiguamiento de la reserva de Tambopata; la bautizaron como La Pampa.

Minutos antes de las 10 de la mañana del martes 19, autoridades de la Policía Nacional y las Fuerzas Armadas, además de representantes de varios ministerios, estaban reunidos en una base militar ubicada a las afueras de Puerto Maldonado. Frente a los periodistas presentes tomó la palabra el general PNP Luis Vera, a cargo del operativo ‘Mercurio 2019’; el oficial explicó que en ese momento había en La Pampa unos 6 mil mineros ilegales, pero que se desplazaban constantemente. Además, en los comercios alrededor de la carretera había otras 25 mil personas relacionadas a esa actividad.

Vera terminó de dar estas explicaciones y comenzó a ejecutarse el operativo. En múltiples vuelos en helicóptero y viajes por tierra, policías y fiscales se desplazaban a la zona minera. Esa misma mañana, el Ejecutivo había decretado estado de emergencia en varias provincias de Madre de Dios.

Mientras el general Vera terminaba su conferencia y los helicópteros encendías sus motores, Vladimir Ramírez esperaba a un lado. Él sabía que su función es la más delicada: garantizar que ningún minero ingrese a Tambopata.

Fue designado jefe de la reserva nacional en el 2014, pero en el 2015 tuvo que ser relevado a otra región debido a las amenazas contra su vida recibidas. Aquel año, la masa de mineros que cruzó primero la Interoceánica y luego la zona de amortiguamiento, entró finalmente a Tambopata. En pocos meses, destruyeron más de 750 hectáreas de bosque. Entonces, el Gobierno decidió establecer una base fija de la Marina en el puesto Azul. El Sernanp envió a Vladimir de vuelta a Madre de Dios.

Vladimir Vásquez, jefe de la Reserva Nacional de Tambopata, guió a policías y marinos al puesto de vigilancia Azul (Foto: Alonso Chero)
Vladimir Vásquez, jefe de la Reserva Nacional de Tambopata, guió a policías y marinos al puesto de vigilancia Azul (Foto: Alonso Chero)

Él recuerda con claridad el primer operativo de desalojo contra los mineros, en octubre del 2016. En lo que él llama “la batalla de Panterita”, por el nombre del campamento intervenido, se logró recuperar un espacio cercano a las 500 hectáreas. Desde entonces ha habido más de 150 operativos. ¿Tambopata está ya a salvo de los mineros?, le preguntamos. “No –responde-, está liberada al 97%, siempre hay algunos que quieren volver a entrar”.

Aunque los oficiales de la Marina no fueron autorizados para dar declaraciones a este Diario, algunos de los agentes que enrumbaron hacia el puesto Azul contaron los mayores peligros a los que se enfrentan. No solo deben evitar que los mineros crucen el río e ingresen a la reserva, sino deben además hacer frente a aquellos que navegan el Inambari transportando combustible. “Vienen en grupos de 6 u 8, pero los que van adelante tienen la orden de impactar contra nuestras embarcaciones”, explicó uno de ellos.

Así luce desde el aire la zona conocida como La Pampa, que en la última década ha concentrado la actividad de la minería ilegal. Hasta hace unos pocos días aquí habia unos 6 mil mineroS (Foto: Alonso Chero)
Así luce desde el aire la zona conocida como La Pampa, que en la última década ha concentrado la actividad de la minería ilegal. Hasta hace unos pocos días aquí habia unos 6 mil mineroS (Foto: Alonso Chero)

La violencia ha causado ya víctimas. Un oficial de la Capitanía de Puerto de Puerto Maldonado cuenta que aún no ha podido ser recuperado el cuerpo de un marino que cayó al agua cuando su lancha fue impactada en octubre del 2018. Y hace 10 días, el 14 de febrero, hubo otro enfrentamiento: los mineros llegaban en varios botes, los marinos los interceptaron en sus lanchas, pero recibieron una lluvia de piedras. Un agente recibió una pedrada que le rompió la cabeza cerca del oído.

Por eso estaba preocupado Vladimir Ramírez cuando recibió la llamada donde le advertían que un bote había sido detectado. Defender Tambopata es tan urgente como peligroso.

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