Madrid-Barza: gloria, resurrección o cadalso; por Jorge Barraza
Madrid-Barza: gloria, resurrección o cadalso; por Jorge Barraza
Jorge Barraza

El Ártico y la Antártida no están tan alejados, hoy, como el  y el . Bien al norte y exultante uno, muy al sur y lastimado el otro. Victorioso, confiado, líder, semifinalista el primero. Derrotado, inseguro, chamuscado, eliminado el segundo. El fútbol, sin embargo, es impredecible, ha construido su épica con sorpresas, el asombro es quizás el gran basamento de su popularidad. Hasta el suceso más inesperado se da. Después del Maracanazo, este juego no tiene imposibles. De modo que, pronosticadores, abstenerse.

El planeta fútbol debiera homenajear un día al Barcelona y al Real Madrid por los momentos que regalan, las polémicas que generan, la distracción, las discusiones, broncas, alegrías. Y por poner siempre sobre el césped una disfrutable rivalidad y dos equipos con alto poder de fuego. Nos permiten desviar la atención por un momento de nuestras queridas pero modestas ligas locales para adentrarnos en el primer mundo futbolero, TV mediante. Madrid-Barcelona en el Bernabéu, 75 puntos el primero, 72 el segundo. ¡Qué sobremesa la de hoy…!

El clásico es el poder central de Madrid (¡Y qué poder, señores…!, no hay remilgos para usarlo a discreción) frente a la rebeldía catalana, su orgullo por la excelencia. Por esos clichés que al ambiente le agradan tanto, se ha encasillado a Zinedine Zinade como un técnico que ni fu ni fa, pero que como ha sido un grande con la pelota, se lo tolera, pues. Sin embargo, llevaba tiempo el Real Madrid sin un presente tan feliz. Acaso con Ancelotti tuvo momentos dulces, pero tampoco era una orquesta. Independiente de la actuación del juez húngaro Víctor Kassai (el Jugador Número Doce), el Madrid a nuestro juicio fue más que el Bayern en los cuartos de Champions League y está bien que avanzara de ronda. La dimensión colosal de Manuel Neuer en ambos partidos revela una verdad de cemento: el cuadro blanco llegó cantidades de veces a posición de gol. En la Liga fue otra cosa, le ha costado todo. Y conste que en las primeras veinte fechas ha sido beneficiario de muchos errores arbitrales (al Barza le fue exactamente al revés). Si no fuera por eso tal vez no estaría tan arriba.

Hoy puede quedar decidida la liga más fuerte del mundo: si el Madrid gana, estirará a 6 puntos la ventaja con su archienemigo. Y aún le quedará una bala más en el tambor por si las moscas: el partido postergado ante el Celta, en Vigo, diferido para el 17 de mayo. Faltando apenas 5 fechas, es mucha luz. Además, si el Barza pierde, ya bastante tendrá cargando su propio esqueleto. Y aún si hay empate, es un óptimo resultado para el club de Di Stéfano.

Esos tres puntos de distancia que canta la tabla de la Liga son una mentira piadosa, misericordia pura; la realidad anímica entre uno y otro es abismal. El mejor ejemplo es el banco de suplentes de cada uno: al Madrid le sobran cartas para jugar: Isco, Morata, Asensio, Lucas Vázquez, James, Kovacic, Nacho… Todos presionan a los titulares, quieren entrar y demostrar. Están que se salen de la vaina. En el Barza los esconden con una manta, bien al fondo de la caseta, que el soberano no los vea. Son los André Gomes, Alcácer, Digné, Mathieu, Arda, Denis Suárez… Una ponchada de millones (más de 150). Con lo que costó ese banco se podría paliar el hambre en algún lugar del África. O armar tres o cuatro equipos completos de buen nivel; ellos no pueden pisar el césped porque los hinchas levantan temperatura. Son las habituales compritas del Barza. Otros han sido cedidos para que al menos no se escuche de ellos (Vermaelen, Douglas). Y aún en la titular hay nombres como Ter Stegen y Rakitic que no convencen. El Barza ha descansado en los últimos diez años en el lomo de Messi. Que él arregle los desaguisados. Pero aún con déficits temporales, siempre lo rodeaba un equipo potente. Ahora le entra agua por todos lados. La carrocería se ve impecable, sin embargo tose el motor, está flojo de gomas y se quedó sin frenos.

Cuando Barcelona va perdiendo o en esas tardes fatales en que no le sale nada, Luis Enrique no hace cambios porque los de afueran no pueden mejorar en nada al equipo. Mete tres sustituciones cuando van ganando 3 a 0 de local. Y él es el primer responsable, por el desmejoramiento del juego y por consentir fichajes millonarios sin categoría para ese club.

Está la delantera, claro, la célebre MSN, pero si no se la abastece, pierde importancia. Además, hoy le falta un diente: no estará Neymar. El mediocampo es el punto flaco: se suman la lentitud y falta de creatividad de Rakitic (tampoco le sobra técnica), la soledad de Busquets, que tampoco ha tenido un buen año, y el envejecimiento ya indiscutible de Iniesta, cuya gravitación en el armado es ínfima. En los últimos tres años lleva 5 goles en 112 partidos, Iniesta, y apenas un puñadito de asistencias. Ese medio no crea ni ahoga. El Barcelona ha perdido la presión que hacía en los tiempos de Guardiola, cuando recuperaba el balón en un promedio de 7 segundos. Sin presión, lo atacan, y cuando lo hacen, muestra graves debilidades defensivas, ofrece espacios. Sergi Roberto es un grandísimo volante, pero puesto en defensa carece de la firmeza de marca de un lateral de oficio. Jordi Alba lleva tiempo en baja forma. Del otro lado, el Madrid tiene seguramente a los dos mejores laterales del mundo: Carvajal y Marcelo. Y Ter Stegen no ofrece las garantías que daba el chileno Claudio Bravo. Cada pelota que va al arco es un sufrimiento. La contrafigura de Keylor Navas. El Barcelona se fue debilitando solo, por sus malos fichajes y el paso de los años para algunas figuras.

La ausencia de Neymar empeora el horizonte azulgrana, en cambio el madridismo casi festeja que no esté Gareth Bale (fue dado de alta pero el DT no querría arriesgarlo), para que pueda jugar Isco, de romance con la hinchada. Así de bien está el Madrid. Definitivamente asentado Casemiro en la tarea de contención, Modric está más liberado para encabezar y pergeñar el juego. Estamos hablando de un organizador fantástico, clarividente y de muchísimo manejo de balón, con altísima técnica. Nombre por nombre, inclina tanto la cancha en ese sector el equipo merengue que es posible que Messi juegue decididamente de mediocampista, caso contrario no pescará la pelota.

Nacho ha tapado la falta de Pepe y de Varane de tal forma que nadie pregunta por los titulares. Y Sergio Ramos es más cacique que nunca. Está bien en todas las líneas el Madrid, se nota solidaridad. No da espectáculo, pero está fuerte. Veremos si hoy también puede ante un rival de tanta estirpe.

Mención especial para esta nueva versión de Cristiano Ronaldo: cuando advirtió que ya no estaba para desequilibrar por las bandas ni para ganar en el mano a mano con un marcador, supo evolucionar: varió su juego, se apostó en el área y está haciendo diferencia de nuevo. Su sentido del gol está impecable, anticipa siempre a los defensores en el punto del penal. Ya no existen las marcas hombre a hombre y es difícil custodiar los movimientos del adversario durante 95 minutos de un partido. Ahí hace la diferencia Cristiano porque tiene movilidad, un poder de concentración fantástico y su nunca bien ponderado desmarque.

El Barza se aferra al doblete. Ya con las uñas. En verdad, es todo un escenario de ilusión: si hoy ganara, igualaría al Real Madrid en la punta de la tabla con 75. Luego debería imponerse en sus cinco compromisos restantes y esperar que los blancos pierdan en Vigo. Así conquistaría la Liga y, de paso, dejaría al Madrid con un solo objetivo posible: la Champions. Luego tendría que vencer al Alavés en la final de Copa del Rey para redondear un doblete que salvaría el año. Y, de paso, opacaría el de su gran rival. Pero hay un 90% de deseo y un 10 de realismo.
El Madrid es amplio favorito a la victoria. No obstante, conviene no cerrar todas las opciones, el otro es el Barza, aún maltrecho y desencajado, es el gran Barza de la historia. Podría pegar un zarpazo. Y en cualquier caso, si no lo da, merecerá siempre el máximo respeto. Es el equipo que mejor fútbol ha regalado al mundo. Y durante más tiempo.

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