"Minería: agente integrador", por José Carlos Requena
"Minería: agente integrador", por José Carlos Requena
José Carlos Requena

Lejos del debate político, un importante hecho, con gran impacto en las regiones, ha quedado en segundo plano: las proyecciones optimistas referidas a la actividad basadas en la mejora de los cálculos de los precios de los minerales, en particular el cobre. Según la agencia estatal de noticias Andina, el ministro de Energía y Minas, , llegó a referirse a “un nuevo ‘boom’ minero”.

El anuncio contrasta con los desalentadores resultados del crecimiento de la actividad minera para febrero (1,5%), anunciados a inicios de abril en el Avance Coyuntural de la Actividad Económica, del . El índice contrasta dramáticamente con el mismo mes del 2016 (33,6%).

Vistas las variaciones que podrían darse, y frente al evidente estancamiento actual del sector, ¿hay espacio para el optimismo?

Hay, sin duda, aspectos positivos que podrían favorecer un potencial nuevo ‘boom’. Uno de ellos es la fluidez del diálogo entre dos ministerios claves en la materia. Los técnicos Gonzalo Tamayo (en Energía y Minas) y Elsa Galarza (en Ambiente) han mostrado una colaboración que no se había visto en años recientes. Si se une al esfuerzo del ministro Salvador del Solar, cuya cartera (Cultura) maneja el siempre desafiante tema de la consulta previa, el panorama mejoraría aun más. 

También es importante reconocer la actividad minera como primordialmente beneficiosa, aunque con mejoras por hacer para que esta percepción alcance un consenso. Una encuesta de Ipsos-El Comercio de abril del 2015 indicaba que una mayoría importante de la población consideraba que un proyecto de gas, petróleo o minería beneficiaba al país (73%), a la población de la región donde se hace la inversión (67%) y a la zona específica donde se haría la inversión (59%). 

Las cifras son indudablemente positivas, pero debe notarse que existe un importante porcentaje que piensa lo contrario, es decir, que un proyecto de esas características es perjudicial: 33%, 25% y 18%, para el país, la región y la zona en que se desarrolla el proyecto, respectivamente.

Más importante: la necesidad de obtener recursos para seguir empujando el país hacia el desarrollo –incluyendo los fondos que se requieren para afrontar la reconstrucción– hace que los ingresos que la minería solía producir sean más valorados. 

Lejos de disputas que se tornan obsesivas, hoy que se procura un nuevo impulso a la minería vale la pena recordar lo que decía Alberto Benavides de la Quintana hace algunos años. Entrevistado por Santiago Pedraglio, el minero visionario aseguraba: “Yo creo, soy un entusiasta, aún a mi edad, de que la minería puede ser un agente integrador” (“Conversaciones con ojos del siglo XX”, PUCP, 2014). Honrar ese legado sería, qué duda cabe, un gran aporte

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