Lejos de lo que debió suceder en Perú con miras a cumplir sus compromisos ambientales del Acuerdo de París, la deforestación en la selva amazónica subió su promedio anual. En el 2020, durante la pandemia, se talaron más de 200 mil hectáreas de bosques.
Lejos de lo que debió suceder en Perú con miras a cumplir sus compromisos ambientales del Acuerdo de París, la deforestación en la selva amazónica subió su promedio anual. En el 2020, durante la pandemia, se talaron más de 200 mil hectáreas de bosques.
Oscar Paz Campuzano

Durante estos días se viene desarrollando la en Glasgow, Escocia. En esta reunión, los representantes mundiales discuten sobre las acciones que los países deben desarrollar para frenar el calentamiento global. El Perú también participa en estas negociaciones.

El es una organización reconocida por el Estado peruano como representante de la sociedad civil ante la Comisión Nacional de Cambio Climático (CNCC), entidad encargada en el Perú de diseñar y poner en marcha las acciones de mitigación y adaptación frente a la crisis ambiental. El Mocicc también está participando como vigilante en las negociaciones de la COP26. Estarán emitiendo reportes sobre estos debates mundiales.

El Comercio entrevistó al coordinador nacional del Mocicc, Henry Córdova Bran. Él habló sobre los las nuevas metas de reducción de gases de efecto invernadero asumidas por el país y las posibilidades que se tiene de cumplirlar. También comentó sobre las expectativas ciudadanas acerca de la participación de Perú en la COP26. Según dijo, además de la labor de vigilancia ciudadana, el Mocicc le ha planteado al Estado una serie de estudios ecológicos, legales y económicos para aportar en la política ambiental del país.

-Muchas gente aún piensa que el cambio climático es solo teoría y que es un problema del futuro. ¿Sus efectos ya son visibles en Perú?

El cambio climático es una fenómeno que viene ocurriendo hace más de seis décadas. La primera vez que la ONU empezó a hablar del cambio climático (CC) fue en 1972, durante la primera cumbre que hizo para alertar lo que podía pasar alrededor de las variaciones climáticas. En ese momento se pensó que era algo que iba a pasar muchos años después. Se hablaba de cambio climático como un escenario futuro y 50 años después estamos hablando ya no de cambio climático sino de crisis climática y de emergencia climática. Los científicos del IPCC, el panel científico de las Naciones Unidas, nos han dicho que si no reducimos las emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI) en 45%, que son las emisiones globales para el 2030, vamos a llegar a un punto de no retorno.

-¿Cómo afecta al Perú el incremento de la temperatura global?

Perú tiene siete de las nueve condiciones de vulnerabilidad que el cambio climático está trayendo. Cuando el cambio climático genere la subida de los océanos por el deshielo de los polos, muchas de las poblaciones que viven cerca del mar en Arequipa, Lima y otras regiones van a sentir esa afectación y deberán trasladarse. Otra condición de vulnerabilidad es dependemos mucho de las zonas de producción de agua como los páramos andinos y los nevados en la sierra norte del país. Si los nevados dejan de existir, como está pasando por el aumento de la temperatura, la producción de agua dulce para consumo humano y agricultura va a dejar de fluir a la costa. Otra afectación es que, hace 10 años, los agricultores están diciendo que las temporalidades con las que sembraban ya no son las mismas. La forma como producimos nuestros alimentos va a tener que cambiar. Si bien el Perú solo aporta el 0.5% de las emisiones globales de GEI, el problema es que somos un país altamente vulnerable.

Henry Córdova es coordinador nacional del Movimiento Ciudadano frente al Cambio Climático (Mocicc)
Henry Córdova es coordinador nacional del Movimiento Ciudadano frente al Cambio Climático (Mocicc)

-En el acuerdo de París, en la COP 24, el Perú se comprometió a reducir sus emisiones de GEI en 30% al 2030 ¿Se ha conseguido alguna parte de ese objetivo?

El 2018, el Estado peruano presentó un informe de más de 1000 páginas para decir cómo iban a implementar sus 62 medidas de mitigación y sus 91 medidas de adaptación al cambio climático. Cuando se hace el análisis del documento, a cargo del ecólogo Ernesto Raez, caímos en cuenta de que el informe solo aseguraba que se cumpliría con la reducción de 23.3% de las emisiones de GEI. Es decir, el Estado reconocía que solo iba a poder reducir 23.3%. Es el primer incumplimiento. Segundo, cuando se hace el análisis del documento, de las 62 medidas de mitigación se identificó que solo 16 tienen una evaluación económica completa. Esto quiere decir que las medidas no tenían una línea de base concreta ni indicadores ni presupuestos claramente asignados para ejecutar esas medidas de mitigación.

-La nueva meta del Gobierno es que estas emisiones se reducirán al 40% para el 2030 ¿Eso es viable según el desempeño del país en los últimos años?

Si las cosas no estaban claras con la reducción de 30% al 2030, cómo vamos a pretender reducir 40% en ese mismo plazo. El Ministerio del Ambiente no ha dado un informe sobre cómo se llegará a esa meta pese a que ya se va a cumplir un año del anuncio, hecho el 31 de diciembre del 2020. Pero, además, tenemos indicios de que está sucediendo todo lo contrario. Una de las principales formas que el Perú tiene para luchar con el cambio climático es reducir la deforestación a cero. Sin embargo, el promedio de deforestación de los últimos años era de 150 mil hectáreas deforestadas de bosque. El 2020, el nivel de deforestación subió a 203 mil hectáreas. Si mi objetivo es reducir las emisiones, cómo puedo tener un aumento en nuestro porcentaje de deforestación anual. Es un contrasentido. Ahí, te das cuenta que el Estado tiene una debilidad institucional para cumplir con su meta climática.

-Parece que esa debilidad institucional se refuerza cuando el actual gobierno incluye entre sus ministros a personas que no tienen una postura muy clara contra la deforestación y el narcotráfico.

No es un problema del nuevo gobierno, sino un problema de todos los gobiernos de los últimos 30 años. La contradicción propia del Estado data de los últimos 30 años. ¿En qué sentido? El Ministerio del Ambiente te dice cuál es la política climática, pero por otro lado desde el Ministerio de Energía y Minas se apostó por proyectos de concesiones petroleras y otros proyectos extractivistas que nadie controlaba. Ese es el problema. En el país existen más de 3.000 pasivos ambientales y ni el Estado ni las empresas que operaban en la Amazonía y en la costa norte del país han resuelto.

En las últimas semanas, en las Naciones Unidas, este Gobierno ha dicho que va a declarar la emergencia climática, pero no nos ha dicho cómo es que se va a implementar esta emergencia climática ni qué significa la emergencia climática.

-¿Y qué debe significar?

Un diálogo de alto nivel entre el Estado y las organizaciones sociales, sobre todo las de las poblaciones indígenas. La forma cómo hemos sostenido nuestra civilización hasta este momento está totalmente equivocada, según la ciencia. Hemos priorizado el crecimiento económico, el desarrollo de la industria y el consumo por encima de la naturaleza. Lo que la ciencia nos dice es que debemos cambiar ese modo de vida. Y quienes están más cerca de mostrarnos el modo de vida más congruente con la naturaleza son los pueblos indígenas, pero los gobiernos no dialogan con los pueblos indígenas, no los incluyen dentro de los planes de desarrollo; no existen.

-Por el contrario, los pueblos indígenas están desprotegidos frente a las mafias de tala ilegal, minería ilegal y narcotráfico...

Conocemos lo que sucede en Madre de Dios. Ahí los bosques están totalmente impactados, los ríos están muertos, porque están siendo afectados por la minería formal e informal, y la propia población ha sido desvinculada de su territorio. Pero eso que sucede en Madre de Dios está sucediendo en Amazonas, Loreto, donde hay mafias de droga, minería y petróleo ue están trastocando toda la realidad de la Amazonía.

¿Cómo afectó la pandemia a esta lucha contra el CC en el país?

En los primeros meses se decía que le estamos dando un respiro al planeta, que se estaban reduciendo las emisiones globales de efectos invernadero y que el planeta estaba respirando. Sin embargo, en el caso peruano, como ya comenté, se incrementó la deforestación y la reactivación económica sigue en la lógica de incrementar los proyectar los proyectos primario exportadores. La transición a energías renovables es un reto global, porque nadie se imagina cómo puede funcionar el mundo sin la producción de hidrocarburos y sin la energía de los combustibles fósiles, pero es algo que hay que hacer.

-¿Qué expectativas tiene Mocicc respecto a la participación de Perú en esta COP 26?

En realidad pocas. Tenemos una debilidad institucional que se refleja en que no tenemos todavía actualizada nuestra estrategia nacional contra el CC que nos ayude a saber qué vamos a hacer con las medidas de mitigación y adaptación. El Ministerio del Ambiente ha sido un ministerio débil, más allá de los esfuerzos que hacen funcionarios y funcionarias dentro del sector. Lo que va a llevar el Perú a la COP26 es una serie de elementos de haber construido espacios de diálogo con la sociedad civil, que existen, pero que no son decisorios. Estos espacios no definen una política ambiental. Pueden recoger opiniones y propuestas, pero al final las políticas climáticas se definen en el gabinete y a veces en contrasentido de lo que el Estado busca como desarrollo para los próximos años.

-¿Qué debería plantear el Perú en esta COP26?

Tendría que plantear a los 7 países más contaminadores a escala mundial que tengan ambiciones climáticas mucho más concretas, mucho más amplias y ambiciosas. El Perú tiene la posibilidad de asumir un liderazgo en esta parte porque somos uno de los países que más territorio tiene de la cuenca amazónica junto con Brasil.

-¿Qué medidas urgentes debe implementar el Perú para hacer frente al cambio climático?

Lo primero es luchar contra la deforestación. Ernesto Ráez decía que, si todas las medidas de mitigación las enfocáramos en luchar contra la deforestación, ese sería el gran aporte del país a la meta global. Segundo, debe plantearse una transición energética real y posible al 2050. Son dos tareas concretas que el Estado debe asumir para una lucha responsable contra la emergencia climática.

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