Bajo el volcán Ubinas
Bajo el volcán Ubinas
Redacción EC

RICARDO LEÓN

En el distrito de Ubinas, en la provincia de Sánchez Cerro, hay una imagen que se repite constantemente y que se puede ver en la pared del municipio, en la cabina de la única radio local, en el restaurante, en un muro del colegio: es un mapa satelital del –también llamado San Pedro-, esa masa enorme que domina toda esta zona y cuya cumbre humeante puede verse desde todas partes. El centro de este mapa determina la posición del cráter y alrededor figuran, en color amarillo, naranja o rojo, según su ubicación, el grado de peligro en el que se encuentran los pueblitos aledaños ante una eventual erupción. Se puede ver, por ejemplo, un puntito muy cercano al cráter mismo, a una distancia real de cuatro kilómetros; es el anexo de Querapi. Si en este momento el volcán expulsara magma o piedras o gases, los primeros afectados de gravedad serían los pocos pobladores que aquí viven.
 

Este caserío, por supuesto, tiene que ser reubicado y su población, evacuada. Sin embargo, la desconfianza de los comuneros de y las malas experiencias pasadas los han hecho tomar una decisión que puede resultar incluso inexplicable en un lugar como este, en un momento como este: ellos aseguran que no se irán.

A mediados del 2006, la emisión de cenizas y gases altamente tóxicos del volcán Ubinas, el más activo del país, obligó a evacuar a más de 1.300 pobladores de la localidad del mismo nombre hacia las pampas de Candagua. Por aquellos mismos meses, además, los 46 habitantes y tres profesores de Querapi fueron reubicados temporalmente en la localidad de Anascapa.

En los años posteriores, el Ubinas tuvo un comportamiento regular, nada de qué preocuparse. Las últimas alertas lanzadas por el volcán fueron emitidas en octubre del 2013 y, más recientemente, en febrero de este año, a partir de exhalaciones y el ascenso del magma, es decir, de la lava, que podría ahora encontrarse apenas a unos 300 metros de profundidad. Somos acompañó a un equipo de Defensa Civil a una inspección al cráter del Ubinas y se pudo apreciar una leve aunque constante expulsión de fumarolas y un rugido constante, como de una olla a presión a enorme escala. Semanas atrás, Pablo Masías, el técnico encargado del Observatorio Vulcanológico de Ingemmet, explicó en una reunión con autoridades de la zona: “La masa va a tener que salir sí o sí. No sabemos en cuánto tiempo ni de qué forma”.

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