"Niños del milenio" ha recopilado información desde el 2002 sobre las condiciones de vida de 2.700 niños en 20 localidades del país y examina su variación en el tiempo (Foto: Niños del milenio)
"Niños del milenio" ha recopilado información desde el 2002 sobre las condiciones de vida de 2.700 niños en 20 localidades del país y examina su variación en el tiempo (Foto: Niños del milenio)
Jorge Falen

En los últimos 15 años, el bienestar económico de las familias de los peruanos que a inicios del milenio eran niños se ha incrementado –en promedio– en un 53%. Sin embargo, aún se observan brechas en educación y salud en esta generación.

Esa es la conclusión del estudio “Niños del milenio”, programa a cargo del Grupo de Análisis para el Desarrollo (Grade) y del Instituto de Investigación Nutricional (INN). El informe investiga las causas y consecuencias de la pobreza, desde el 2002, en una población de 2.700 niños de 20 localidades del país.

En un inicio, la muestra se dividió en dos grupos: uno más joven, compuesto por unos dos mil menores que tenían menos de 1 año a inicios del siglo; y uno mayor, integrado por 700 niños que tenían 8 años. Hoy, ambos grupos en estudio tienen entre 15 y 22 años.

—Mejoras económicas—
De acuerdo con el informe, la expansión económica sostenida en el Perú en los últimos 15 años, así como la reducción de los índices de pobreza (de 58,7% en el 2004 a 20,7% en el 2016) impactaron positivamente en el aumento del bienestar de los hogares donde han vivido ambos grupos de menores.

El índice de riqueza fue el indicador empleado para la medición; este incluye el acceso a servicios básicos (agua potable, saneamiento y electricidad), tenencia de bienes duraderos (electrodomésticos) y la calidad de los materiales de construcción de las viviendas (material noble, adobe, etc.).

Durante el período de estudio, el índice tuvo un crecimiento anual promedio de 3,1%, mientras que el gasto real del hogar per cápita lo hizo en 4,6%. Esas mejoras fueron más pronunciadas entre el 2006 y el 2009, y crecieron menos del 2013 al 2016; es decir, tuvieron relación directa con el crecimiento del país.

Las principales mejoras se dieron en el acceso a bienes de consumo duradero y a servicios. La proporción de familias que tienen energía eléctrica aumentó de 60% a 96%, mientras que la cobertura de saneamiento pasó del 74% al 95%. La calidad de la vivienda es el factor que reporta un menor avance.

Sin embargo, aún se perciben brechas en poblaciones vulnerables y aquellas que no lo son. Por ejemplo, entre los hogares cuya lengua materna es el español y aquellos de origen indígena, la diferencia en el acceso a refrigeradoras creció 18,4 a 40 puntos porcentuales entre el 2002 y el 2016. Este indicador es importante respecto a la conservación de los alimentos e higiene.

—Salud: nuevos desafíos—
La disminución del retraso en el crecimiento –que determina la adquisición de conocimientos en la etapa escolar– fue uno de los mayores logros. Para los adolescentes, este retraso se redujo de 37% cuando tenían 5 años, a 16% a los 15 años.

Por otro lado, el estudio advierte el aumento de los niveles de sobrepeso y obesidad a partir de la adolescencia, lo cual es más común en zonas urbanas y en hogares de mayores ingresos. Hoy, el 25% de adolescentes de 15 años sufre de sobrepeso, mientras que a nivel urbano la cifra sube a 30%.

“Si uno se fija en la evolución de esta variable, los resultados pueden convertirse en un problema de salud pública. En el grupo de mayor edad [de 22 años] de zonas urbanas, la tasa de sobrepeso y obesidad es hoy cercana al 40%; y mucho mayor entre mujeres que en hombres”, explica Alan Sánchez, investigador principal del programa.

—La tarea pendiente—
El estudio resalta el avance de la cobertura de la educación. Cerca de un 97% de los adolescentes de 15 años están matriculados y tienen más años de estudio que los del grupo mayor (22 años) a la misma edad (8,9 años de colegio frente a 8,6).

Por otro lado, aún quedan pendientes las mejoras en la calidad educativa. “Los jóvenes no están en capacidad de resolver problemas básicos de matemáticas. Desde los 5 años hay una brecha en términos cognitivos entre las poblaciones más y menos vulnerables”, explica Sánchez.

Las consecuencias de las brechas observadas en el acceso a una educación de calidad se registran en el grupo mayor de 22 años [ver gráfico]. El 82% de estos completó la secundaria, pero solo un 43,5% cursaba o había cursado educación superior (universidades o institutos).

Si bien el acceso a la educación superior es el mismo para hombres y mujeres (43%), hay una disparidad a favor de los varones en el mercado laboral. La proporción de mujeres que al momento de la encuesta dijeron no estar ni en el mercado laboral ni en educación formal era de 23%, mientras que la de hombres era solo de 1%.

“El factor más importante que está asociado a las brechas de género y la participación en el mercado laboral es ser madre o estar casada. Si un joven peruano formó su familia temprano, es poco probable que esté en el mercado laboral”, detalla el investigador.

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