(Foto: PCM)
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José Carlos Requena

Esta semana se realizó el séptimo GORE-Ejecutivo, aquel espacio de articulación lanzado por el gobierno de Pedro Pablo Kuczynski. En la particular coyuntura, se quiso imprimir optimismo a la ocasión. La nota de prensa difundida por la Presidencia del Consejo de Ministros al cierre aludía al ruido político. Mercedes Aráoz sostuvo en la nota: “Esta edición ha sido emblemática porque, a pesar del ruido político, vemos que sí se continúa la labor y que se puede trabajar si hay diálogo, comprensión y un espacio político real que piensa primero en la población”.

La realidad, sin embargo, parece ser otra. El índice de confianza del consumidor (ICC), que actualiza GFK mensualmente (sobre la percepción de la situación económica actual y futura, de sus hogares y país), muestra para febrero un marcado deterioro. Concebido para describir la situación como tendencias, el ICC identifica como optimista a aquella que supera los 100 puntos, mientras que una tendencia pesimista está por debajo de dicho puntaje.

En octubre del 2017, el ICC llegó a 101; fue la última vez que se ubicó en el campo optimista. Los puntajes alcanzados en los últimos meses se ubican entre 95, 92 y 91, en noviembre, diciembre y enero, respectivamente. En febrero se llegó a 84.

Cuando se revisa el ICC diferenciando la percepción en Lima y el interior del país, se nota que el ánimo es marcadamente pesimista en las regiones. Desde enero del 2017, el ICC en regiones nunca ha superado los 100 puntos. En octubre, quizá acicateado por la fiebre mundialista, alcanzó 98 puntos, pero en febrero se llegó al punto más bajo: 80.

En promedio, desde enero del 2017, el ICC en regiones ha estado en 89,4 puntos. La cifra contrasta con el ICC en Lima, que solo ha estado debajo de los 100 puntos en cinco de los meses evaluados: febrero (93) y agosto (89) del 2017 y los últimos tres meses (96, 96 y 91, para diciembre, enero y febrero). El ICC en Lima tiene un puntaje promedio de 100,8 en los últimos 14 meses, ligeramente optimista, aunque muy por encima del alcanzado en las regiones.

Sin embargo, el pesimismo en las regiones difícilmente se traducirá en una protesta social que ponga en riesgo al debilitado gobierno de Pedro Pablo Kuczynski.

En ello inciden no solo el aparente debilitamiento de la protesta social en tiempos recientes, sino la tradicional apatía que ha caracterizado a las masas en la historia peruana contemporánea. Una apatía que seguramente se extenderá a otros campos.

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