Los productores y cocineros se levantan tras El Niño costero
Alicia Rojas Sánchez

Sobre sus hombros, las picanteras y picanteros del norte peruano cargan el peso de siete meses de recuperación tras El Niño
costero
. No ha sido fácil para ninguno.

Superando los obstáculosde las pistas maltrechas y el polvo, cuatro asociaciones de cocineros y agricultores de zonas afectadas por
las lluvias de este verano exponen lo mejor de su producción en la feria gastronómica Mistura, que concluye hoy.

En Catacaos, ciudad piurana que vive del turismo, una pista en buen estado puede hacer la diferencia entre el éxito y el desastre. Así lo sostienen Rosario Zapata, José Silva y Walter Quintana, picanteros
de esa localidad. “Tenemos dificultades para comprar nuestros
insumos, la pista está muy destruida”, lamenta Walter, dueño de El Mal Mandao, uno de los restaurantes que prácticamente tuvo que erigirse de nuevo tras las lluvias.

Por su parte, José Silva, de El Ganso Azul, coincide en que llegar a Catacaos es un martirio debido a las pistas. “El recorrido de Piura a Catacaos es de casi una hora porque la pista está rota. La gente llega poco a poco, queremos recuperarnos a lo que era antes”, sostiene.

La Chayo es la picantería más emblemática de Catacaos y la única que logró llegar este año a Mistura. Rosario Zapata, la dueña, comentó que su participación en la feria es para demostrar que “Catacaos sí
existe” y se sigue recuperando del desastre que dejó El Niño.

Julio Purizaca tiene 30 años, es natural de Paita y se dedica a la pesca artesanal desde los 13. Tanto a él como a los pescadores que parten del muelle de Paita el mar les ha sido esquivo. Durante El Niño
costero
, escasearon la cabrilla, la cachema y el calamar, insumos
básicos para la cocina piurana.

Ahora, él y su equipo enrumban mar adentro con la esperanza
de encontrar perico.

—Del campo a la mesa—
El zapallo loche y los limones de San Lorenzo también se abrieron
paso hasta Mistura. Ascención Benites es productor de loche y llegó a la feria con parte de la cosecha que pudo salvar luego del desborde del río La Leche, en Lambayeque. Además, Manuel Rufino vio afectadas dos hectáreas de su cosecha de limones y, aunque aún no se recupera, llegar a Mistura lo alienta a seguir adelante.

Ascensión Benítez, agricultor de zapallo loche de Lambayeque. (Foto: Anthony Niño de Guzmán)
Ascensión Benítez, agricultor de zapallo loche de Lambayeque. (Foto: Anthony Niño de Guzmán)

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