Tía María: Reencuentros y desencuentros [OPINIÓN]
Tía María: Reencuentros y desencuentros [OPINIÓN]
José Carlos Requena

Esta semana se inició la campaña “Reencuentro” de la minera . El esfuerzo busca lograr la aprobación de la población de los distritos que conforman la provincia de Islay, para destrabar la implementación del proyecto cuprífero

La campaña viene con su pan bajo el brazo: “Reiteramos también nuestra disposición de invertir un aporte de 100 millones de soles en obras y acciones a favor de la población sin ninguna condición”, ha dicho el gerente general de Southern, Óscar González. 

Pero lo que parecen perder de vista la empresa y sus promotores es que el entrampamiento del proyecto no obedece a la carencia de fondos para actividades de responsabilidad social o a fallas en planes comunicacionales de sus propulsores. Al retomar las actividades comunicacionales, podría estar incurriéndose en un sinsentido: buscar resultados distintos haciendo lo mismo.

Lo que estamos presenciando, más bien, es un debate que trasciende la información sobre el impacto ambiental y las proactivas campañas de persuasión y convencimiento. 

Es que, a diferencia de otros conflictos –en que las preocupaciones ambientales son el centro de las demandas (al menos retóricamente)– en el caso de Tía María estas sean acaso secundarias. La principal fuente de rechazo, más bien, proviene de los agricultores. Si en Conga, por citar un precedente reciente, los principales opositores lucían la palabra “ambiental” cada vez que podían, en Tía María el principal rechazo proviene de una organización de agricultores, medianos en su mayoría: la Junta de Usuarios del Valle de Tambo, una de las 114 juntas que conforman la Junta Nacional de Usuarios de los Distritos de Riego del Perú.

El valor de la tierra con potencial agrícola, además, ha mejorado en todo el país, en especial en la costa con posibilidades de agroexportación, como Islay. De hecho, un reciente informe del diario “Gestión” (31 de agosto) indicaba que el valor de la tierra en la región Arequipa se había duplicado en los últimos cinco años, llegando hoy a oscilar entre los 90 mil y 100 mil dólares por hectárea. 

Asimismo, si las proyecciones sobre el impacto del proyecto Majes Siguas y la reserva a Paltiture son correctas, las tierras costeñas de Arequipa –incluyendo Islay– podrían ser espacio de un nuevo ‘boom’ agroexportador costeño. Se estima que solo Majes Siguas incorporará cerca de 40 mil hectáreas a la actividad agrícola, una extensión similar a las 38 mil hectáreas que irriga de Olmos, en el norte. 

El eje del debate, entonces, no pasa por convencer a la gente de los indudables beneficios de un proyecto minero: mayores ingresos gracias al canon, creación directa e indirecta de mano de obra, mejora de infraestructura local y regional. Más bien, el mensaje debe centrarse en la posibilidad de la coexistencia, pacífica y hasta beneficiosa, de minería y agricultura en zonas geográficas cercanas.

Mientras la complementariedad agricultura-minería no esté del todo clara, el proyecto, por muy proactivos que sean los gobiernos y la empresa en respaldarlo, por muy intensa que sea la lluvia de millones, tiene poco futuro. Los desencuentros persistirán.

“El eje del debate no pasa por convencer a la gente de los indudables beneficios de un proyecto minero. Debe centrarse en la posibilidad de la coexistencia de minería y agricultura en zonas geográficas cercanas”.El Comercio no necesariamente coincide con las opiniones de los articulistas que las firman, aunque siempre las respeta.

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