Alonso Chero
Alonso Chero

Las credenciales que el INEI entregó a los voluntarios del Censo 2017 parecían falsas. Eran unas fotocopias sobre cartulina simple cortadas con guillotina que, en muchos casos, no tenían ni una firma que las hiciera “oficiales”.

Los empadronadores debían llenar sus datos y pegar una foto tamaño carnet por la que ellos mismos pagaron.

Ese fue uno de los problemas menores. “Cuando llegué a mi local, a las 7 a.m., no había ni cédulas ni stickers suficientes para visitar todas las casas que nos habían encargado. Avisamos y esperamos hasta las 10 a.m., pero el material nunca llegó. Todo estuvo mal organizado”, recuerda Ekaterina Paricahua, de 30 años.

Ella fue empadronadora en Campoy, San Juan de Lurigancho. Su grupo tuvo que salir como sea a censar las viviendas de dos manzanas. A pesar de que vestían los polos del censo, algunas familias no les creían que fueran enviados por el INEI. Les exigían sus DNI para comprobar su identidad. “Nos reclamaban por las credenciales, pero no era nuestra culpa. ¿Qué podíamos hacer?”, señala Ekaterina.

La jornada se hacía lenta y para el mediodía varios vecinos salieron furiosos a las calles a acosarlos por la demora. “A una compañera la rodearon varios hombres para insultarla. Tuvimos que correr a ayudarla. Nos gritaban cosas feas. Decían que éramos ignorantes, ineptos, incapaces. A veces nos insultaban desde sus ventanas, pero casi siempre salían de sus casas a buscarnos”, se queja.

Otros creían que no los querían censar a propósito. “Al de al lado lo has censado y a mí no”, gritaban. “Les explicábamos que no figuraban en nuestro registro, que además teníamos las cédulas contadas, pero eran tercos. Tomaban nuestros nombres y decían que nos iban a acusar”, cuenta. Cuarenta casas de las dos manzanas que les asignaron quedaron sin censar.

A las 8 p.m., el grupo regresó al local para entregar lo trabajado. En ese momento, los encargados del INEI les señalaron que no les pagarían los 50 soles que les habían prometido por viáticos y refrigerio. “No tenemos el dinero ahora, pero ya los vamos a llamar para darles el código con el que tienen que reclamar en el Banco de la Nación”, les dijeron. Y los empadronadores se fueron a casa.

Ekaterina llegó a la suya a las 11:30 p.m. Su madre estaba al borde de una crisis. “Mi celular se había quedado sin batería y mi mamá creía que me había pasado algo porque le había dicho que llegaría entre las 6 y 7 de la noche. La pobre había visto en las noticias que le habían pegado a una chica en Breña y violado a otra en Villa El Salvador, e imaginó lo peor”, dice.

Recién el miércoles 25 de octubre llamaron a Ekaterina para que fuera a recoger los 50 soles. Se los entregarían en el Club Zonal Huiracocha, en la avenida Próceres de la Independencia. Cuando llegó al lugar, había al menos unas 200 personas haciendo cola.

—¡Nunca más!—
Ese mismo miércoles, en el parque Huiracocha, la cola se empezó a formar a las 5 a.m. Vanesa Pilar Catcoparco, de 40 años, e Hilda, de 42, llegaron a eso de las 10 a.m. para reclamar su dinero. A las 2 p.m. seguían esperando. Luego, le pidieron a una persona que les guarde su sitio en la cola y se sentaron en la berma central.

“Nos prometieron que nos iban a dar el dinero el mismo domingo y nada. Ayer vine a las 3 p.m. para el pago y me dijeron que no habían depositado. ¿Nos dirán lo mismo hoy?”, se pregunta Vanesa. “Es una pérdida de tiempo y de dinero”, dice Hilda. Agrega: “Van dos días que no podemos trabajar, que nos quedamos sin almorzar. Pero a estas alturas yo vengo igual porque si no alguien más se va a agarrar esa plata y no es justo”. Para ambas, era su primera experiencia como voluntarias en una actividad estatal. “¡Y la última!”, aseguraron.

—Más allá del domingo—
El domingo 22, al finalizar la jornada del censo, el INEI emitió un comunicado en el cual aseguraba la cobertura del 98,7% de las viviendas en el ámbito nacional. Sin embargo, según los empadronadores, había edificios y condominios enteros que no se habían tenido en cuenta. Varios especialistas han cuestionado que ese sea el porcentaje real de cobertura. De hecho, en el local de Chacra Colorada, en Breña, se observó que varios empadronadores entregaron cédulas el martes 24 por la tarde.

“Nos escribieron por WhatsApp el lunes por la noche para que volviéramos el martes a seguir empadronando. Me negué y me advirtieron que entonces no me iban a pagar ni un céntimo de los viáticos. No les hice caso”, denuncia Ruby Dorote, quien observa a un grupo de chicos sentados en el suelo de un local organizando los papeles. “Se aprovechan de los jóvenes”, agrega.

A ella le tocó recorrer la zona entre las avenidas Aguarico y Brasil. “Nos habían dicho que censaríamos 16 viviendas cada uno. Al final nos encargaron casi 30 y no nos dieron ni agua. ¿Qué más quieren de nosotros?”, se pregunta.

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