Álvaro Vargas Llosa: Los medios no ponen ni quitan presidentes
Álvaro Vargas Llosa: Los medios no ponen ni quitan presidentes
Redacción EC

MARIELLA BALBI

¿Quién triunfará en Venezuela, la calle, la oposición o Nicolás Maduro?
A mediano plazo, la calle. En el corto plazo van a matar lo que tengan que matar…

¿Seres humanos?
Están en una huida hacia adelante, dispuestos a cargarse lo que tengan que cargarse para permanecer en el poder. Han cometido tantos delitos que van a ser juzgados, están luchando por su libertad. Además, es un proyecto ideológico. Cuba está detrás.

¿Cuba gobierna Venezuela?
Absolutamente. El G2, que es la policía política cubana, les ha montado una estructura que, por ejemplo, es responsable de un montón de purgas en el Ejército. La gente se pregunta por qué no hay tres militares que le digan a Maduro: ya no vamos a matar ni a luchar más por ti. Las purgas logradas por Cuba permiten cierta cohesión del Ejército. Creo que a mediano plazo esto se parte, pero ahora no. 

¿Cuba también organizó a las bandas armadas llamadas ‘tupamaros’?
Por supuesto, es algo fundamental para el proyecto que tienen. Saben que el Ejército puede convertirse en un problema para ellos. Chávez repartió –lo anunció públicamente– un millón de armas a las ‘milicias’. Con esa estructura no solo controlas a la población sino también al Ejército. Un militar institucional piensa dos veces antes de enfrentar a Maduro porque esas ‘milicias’ que matan a la gente pueden apuntar a los militares también.  

Sin embargo el régimen de Maduro tiene respaldo popular.
Lo tiene, lo ha tenido, en parte porque la clase política anterior a Chávez creó un sistema mercantilista de privilegios que la gente rechazó. Y aún continúa, pero va disminuyendo. Con los 100 mil millones de dólares que ingresan anualmente por petróleo se montó una estructura clientelista muy fuerte. Son cinco millones de familias dependientes del Estado. Lógicamente tendrás adhesión popular. Eso comenzó a erosionar hace algunos meses de manera acelerada por la inflación y el desabastecimiento. La oposición tiene la mayoría. Pero pensar en elecciones con el esquema de Venezuela es imposible. No hay una sola televisión, radio, y solo quedan dos periódicos y con dificultad para circular. Existe un trabajo de control político descomunal. En los barrios del oeste, populares, hay control cuadra por cuadra, calcado de los comités de defensa de la revolución de Cuba. Son activos y no te atreves a desafiar al sistema porque tu vecino es tu delator. 

¿Actúan en las elecciones también?
Sí. María Corina Machado contaba que en las elecciones llegaban a tu casa militares o paramilitares y decían: “Lo acompaño a votar”.

¿Y eso no se puede denunciar?
Lo denuncian todos los días, tienen fotos, María Corina tiene filmaciones. Es un milagro que [Henrique]Capriles haya sacado siete millones de votos bajo ese sistema. Hoy los supermercados populares de las ‘misiones’ están totalmente desabastecidos. La inflación está en 60%. Con los subsidios han descapitalizado a PDVSA y produce un millón de barriles menos. Están erosionando la base del propio populismo. 

¿Es inevitable una guerra civil o es inevitable que Maduro retroceda?
Solo hay una manera de evitar una situación de guerra civil, que dentro de la estructura del poder alguien diga: “Ya no más, punto”.

Pero esto no existe…
Todavía. Pero la experiencia enseña que con un grado suficiente de presión callejera, puede terminar ocurriendo. La otra alternativa es quedarse brazos cruzados y que se queden 55 años como en Cuba.

La oposición está dividida y tiene aspiraciones electorales. Los estudiantes, los más radicales, no se sienten representados por esta.
En la elección  en que Capriles fue candidato de la unidad, la oposición dio una lección de civismo, no hubo divisiones (que no eran pocas), fue ejemplar. Capriles ganó, pero hubo fraude. Después de ello y con asesoría cubana comenzaron a apretar y a apretar. Obligaron a vender Globovisión al chavismo. Ahí comenzó el debate sobre qué hacer. Capriles pensaba que las condiciones no estaban dadas para una resistencia civil, el régimen aún tiene arraigo popular y no se puede mandar a gente al sacrificio, la estrategia debe ser a largo plazo. Otro sector, de María Corina y Leopoldo López, decía que esto lleva ya 15 años, si se consolida no habrá forma de organizar a la oposición, como ocurre en Cuba. Hay grupitos por toda la isla tratando de formar algún germen de sociedad civil pero no hay manera de que esto se masifique porque el nivel de control es muy alto.

Difícil debate.
Sí. El gobierno ha tratado de exacerbar esto. Lo interesante es que María Corina, Leopoldo y el alcalde de Caracas convocaron un movimiento de resistencia civil: La Salida. Pero ya los estudiantes y otros sectores habían salido a las calles, arrastrando a la oposición que ha cambiado forzada por la sociedad. Le han dicho a Capriles: o te pones a la cabeza de esto o simplemente la historia te pasa por el costado. Claro que hay división, pero la calle está volviendo a unificarlos. La calle está dos pasos delante de sus líderes. Creo que estos han entendido el mensaje, porque la calle sin líderes no funciona bien.

Sin presión internacional a favor de la democracia es difícil salir de una dictadura.
Las claves en una resistencia civil son la resistencia interna y la presión internacional. El Perú logró finalmente el apoyo internacional, en Venezuela no ocurre esto. Estoy convencido de que con un poco más de presión internacional el régimen retrocedería.

Mario Vargas Llosa, su padre, dijo que la OEA es la “carabina de Ambrosio”, que su papel es “triste y vergonzoso”.
Así es, yo vivo en Washington y los conozco bien, esa es una frase generosa para lo que está pasando en la OEA.

¿Y qué hacemos con la no injerencia en asuntos internos? Chile, Brasil, Colombia han sido tibios; Europa no se mete mucho…
Panamá, el mejor. Colombia y Chile tímidos, no creo que cambie con Bachelet. Europa salió pero se desconcierta si América Latina no actúa.

El Perú es ‘retímido’…
Todos los países que no son los mencionados tienen una actitud de complicidad. Para vergüenza del Perú, Unasur santificó aquí a Maduro en el 2013. Al saberse reconocido comenzó a reprimir. Con las protestas de ahora le dice lo mismo a la OEA, afirmando que es un movimiento golpista y que el gobierno es legítimo. Sin embargo hay fundamentos jurídicos de la OEA y del sistema americano de DD.HH. que nos obligan a intervenir. Ahora se llama al diálogo con gente en la cárcel, torturas, congresistas desaforados. Una farsa. Es una estrategia para ganar tiempo. 

¿La complicidad del presidente Humala se debe a que está chantajeado por Venezuela?
Yo he prometido no hablar de política peruana durante un año. Opinaré de manera general. Chávez intervino en el Perú, está documentado, y lo hizo en otros países. Estos tienen doble responsabilidad: la solidaridad y, si no quieres que lo de Venezuela ocurra en tu país, es importante que los ciudadanos vean en ti una actitud clara frente a una dictadura. Tus ciudadanos pueden pensar que las dictaduras no te son incómodas ni repudiables.

En Venezuela el argumento de concertación de medios sirvió a la dictadura venezolana. ¿A qué apunta la denuncia sobre concentración de medios en el Perú?
Una vez más, sin violar mi compromiso, hablaré como alguien que ha seguido muy de cerca este tema en América Latina. La denuncia de la concertación de medios ha sido el argumento principal de los regímenes que han destruido del todo o lesionado gravemente la libertad de expresión. Ese ha sido “el” argumento.

¿Es decir, tiene un contenido político?
Es la justificación de una concentración de poder mediático en el Gobierno. Ya ocurrió en Argentina y en Venezuela. Cuando oigas a un gobernante o a un medio de comunicación cercano a este acusar a un tercero de concentrar medios, lo que ocurre es que el Gobierno ya tiene un poder en buena parte de medios, es un poder enorme. Nuestro país no es ajeno a ello. Hay una investigación sobre el poder mediático que tiene el Estado peruano y otros estados.

Acá se dice que debido a una compra del área de producción de un periódico, el grupo El Comercio dirige o controla la política del país. ¿Observa esto?
En ningún país puede haber nada remotamente parecido a un grupo que controle la información…

Pero el gobierno y un sector piensan lo contrario…
En ningún país democrático ocurre esto. Lo que hay son cuotas de mercado que van cambiando según el príncipe del mercado, que es doña Florinda que compra en el quiosco temprano, Ramoncito que se sube a su combi en la mañana. Esos son los dueños de los medios en el Perú, los que determinan quiénes triunfan y quiénes fracasan. Esto, en el Perú, en México, en Colombia, en Chile y en todas partes. No solamente el lector es quien decide, sino que es sumamente caprichoso. Las cuotas de mercado cambian, puedes tener 50 hoy, en un año 15, porque hay un sistema competitivo.

Se sostiene también que hasta la publicidad se concentra y los otros medios no pueden siquiera lamer una cuota de publicidad porque hay un pulpo que se lleva todo…
La publicidad la dan los lectores. Si yo quiero anunciar, pues, ni tonto que fuera, escojo el medio que tiene 100 mil lectores y no el que tiene 15 mil. Cómo se revierte esto, pues robándole lectores al que tiene 100 mil.

Se afirma, además, que es prácticamente imposible poner un periódico nuevo porque la publicidad ya está concentrada, un círculo de tiza.
En los últimos 15 años los países latinoamericanos son la mejor demostración de que eso es falso. Chequee las cuotas de mercado de los distintos medios, cuánto tenían hace 10 años, hace cinco y cuánto hoy. No se mantienen, porque Ramoncito y doña Florinda, los lectores, hacen lo que les da la gana con nosotros.

En el supuesto negado de que el grupo El Comercio decida hacer una campaña contra un régimen, ¿puede remecer el poder o poner la agenda, como dicen?
Hay varios casos de gobiernos elegidos contra la opinión de un determinado medio. Eso no fue un obstáculo. Los medios no ponen ni quitan presidentes. La gente no es idiota. Un medio de comunicación tiene más influencia cuando conecta con el sentimiento popular. No digo que no puedan influir, pero no es el factor determinante. El sentimiento sí lo es. La solución para lograrlo es tener una política de comunicaciones inteligente. Y a su vez, no meterte o pelearte con los otros medios, sino enganchar con la población.

Muchos vemos una lucha cainita entre dos grupos propietarios de medios…
Mientras eso se libre en el mercado no hay problema. Si eso se comienza a lograr en el mundo del poder político, es adoptar la vía argentina o, peor aun, la vía venezolana.

¿El Poder Judicial puede injerir en este tema?
No puede hacerlo, a menos que se viole la legalidad. Si la Constitución pone como limitación que no haya abuso de poder, el Poder Judicial solo puede intervenir en el tema de los medios si hay una denuncia concreta de abuso de poder, de tu posición dominante. Muy distinto es, que haya una cuota de mercado que la obtuviste conquistando lectores. Si eso es lo que hay, el Poder Judicial no puede usar el argumento del abuso del poder. Es muy importante no dejarse engañar. La Constitución dice no al abuso de poder. Eso no justifica que el Poder Judicial decida: hasta tal porcentaje te acepto, más allá no. De hacerlo, estaría desfigurando la Constitución.

¿Sigue los cambios en los órganos directivos de El Comercio?
Estoy elementalmente informado. Creo que un grupo privado hace lo que quiera hacer internamente. Nadie tiene derecho a decirle: esto me gusta, esto no. Me parece bien que en los medios haya un esfuerzo para tratar de superar situaciones de polarización y enemistad que no son los ideales en un sistema democrático.

¿Cuándo cambió su apoyo, respaldo, a este gobierno?

Yo he hecho una promesa de no hablar de política interna por un año...

¿Y por qué no una penitencia de 10 meses o un año y medio?
Pensé en dos años, pero mi mujer me dijo que se divorciaba de mí [ríe].

Esto fue porque usted declaró que la corte de La Haya no nos daría la razón porque Chile la tenía. ¿Se arrepiente de lo dicho?
Fui más riguroso leyendo la documentación peruana y chilena que leyendo la jurisprudencia, la historia del tribunal de La Haya. Moralmente la razón la tuvimos siempre porque obtuvieron ese territorio por una guerra. Los papeles no eran tan claros con respecto a los términos en que se acordó una frontera. No era formal y perpetuo pero lo había, eso dijo La Haya. Si fuera un politicastro, diría que La Haya me dio la razón en 50%. Sería de mal gusto, prefiero decir me equivoqué.

¿Bueno, pero cuándo se decepcionó de este gobierno?
No puedo contestarle esa pregunta...

Hágalo de manera elíptica…
Puedo decirle que, en general, cuando yo defiendo una opción electoral lo hago siguiendo dos criterios. El primero lo aprendí de Margaret Thatcher, a quien admiro muchísimo. Ella decía que en política, todos los días, había que elegir entre las opciones existentes. En una elección uno tiene que optar entre lo que existe...

En criollo se dice: por el menos malo.
Ojalá que no. El segundo criterio es la no incondicionalidad. Creemos que si uno opta por alguien está obligado...

A ser ‘franelero’...
A preservar un nivel de incondicionalidad durante todo el mandato. Yo lo veo exactamente al revés, tiene responsabilidad de ser vigilante. Nunca he sido incondicional.

Para seguir con lo general, podría aparecer una opción como la de los Kirchner en estas tierras.
Felizmente, el kirchnerismo destruyó esta posibilidad  para cualquier país sudamericano. Somos tan conscientes de ese riesgo que le firmo donde quiera que no se podrá poner en práctica en nuestros países. Permítame un comercial, estamos editando con [Carlos Alberto] Montaner: “El nuevo idiota latinoamericano”. Ahí analizamos este tema y la imposibilidad de que el kirchnerismo se reproduzca.

¿Pero la ambición de suceder en el poder existe aquí?
Sería la última persona que diga que alguno de nuestros gobernantes no quiere quedarse en el poder.

¿Conversa con la pareja presidencial?
Dejé de tener contacto al cumplirse el primer año de gobierno. “Felizmente el kirchnerismo se destruyó como opción”